OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Con lo de Alsasua, el máster en Derecho Penal lo estamos haciendo todos"

El máster lo estamos haciendo todos. Máster en derecho penal. Si usted no se sabe aún de memoria el artículo 472 (la rebelión), el artículo 573 (terrorismo), el 510 (odio) es que no vive usted en este país.

Es encomiable la vehemencia con que dirigentes políticos y comentaristas de prensa debaten sobre el código penal y cómo debe ser interpretado. ¡Que no es rebelión! ¡Que sí que lo es! Que no, porque no hubo violencia. Que sí, porque claro que la hubo. Que como mucho es sedición, hombre por dios. Sedición, dice, si todo lo más es desobediencia.

No hubo tanto debate sobre el código penal ni cuando se aprobó el código penal. Desde los tiempos del cohecho impropio de Camps no se recuerda un fervor jurídico como éste.

• Los sindicatos explicando cuándo cabe y cuándo no la prisión preventiva.

• Un gobierno autonómico promoviendo manifestaciones para que no se juzgue a ocho individuos por terrorismo.

• Un lendakari que emite doctrina sobre la tipificación penal de unos hechos ocurridos en un territorio que no es el suyo.

Lo de Alsasua. Que cómo va a ser eso terrorismo, por favor, si estos angelitos no han matado a nadie. Que sí que lo es, porque forman parte de una organización que quiere echar a la guardia civil.

Lo de la concejala de Podemos en Madrid. Que cómo va a haber injurias, si sólo abrió un debate sobre el racismo capitalista. Que por supuesto que las hubo, injurias y calumnias.

Lo de Cataluña, lo de Alsasua, lo de la concejal, lo de los raperos.

Se debate sobre tipificaciones penales no como quien expresa una opinión de puro oyente, sino como quien expone hechos incontrovertibles. Sí hubo terrorismo, no lo hubo. Sí hubo rebelión, no la hubo. A ver, la hinchada de los que sí, que coree su estribillo. Y ahora la hinchada de los del no, a corear lo suyo.

Es lo más parecido al sketch de los Monty Phyton: el partido de fútbol entre filósofos.

Aristóteles, Platón, Arquímedes, los griegos, contra los alemanes. Con gol de Sócrates. Y Marx pidiendo fuera de juego.

¿Tú con quien vas, con Aristóteles o con Hegel? ¿Con Llarena o con Pérez Royo? ¿Con la Audiencia Nacional o con el Supremo?

Todos haciendo el máster en derecho penal acelerado.

Para que luego digan que no tiene nivel el debate público de España. En el país del Sálvame, de lo que se habla en el taxi, en la oficina, en la calle es de tipos penales.

A los ocho procesados de Alsasua les han cambiado el estilo sus abogados. El estilo de vestir. Y de peinarse.

Ayer comparecieron en el juicio con sus jerseys de cuello redondo y su pelo cortado.

Para explicarle al tribunal que ellos son unos jóvenes como los demás, amigos de sus amigos y amigos de divertirse sin hacerle daño a nadie. De política no saben nada, ni quieren. Y de apalear guardias civiles todavía saben menos.

A ellos lo que les ha pasado es que les han identificado por error. No le guardan rencor a la novia del teniente apaleado porque debió de ser una equivocación visual. Fruto de la confusión y del alboroto que se organizó en la calle. Sin ellos, eh, porque ellos nunca participaron.

A Julen Goicoechea lo que le ha pasado es que le metieron en una rueda de reconocimiento prefabricada para que le identificaran a él. Lo juntaron con suramericanos oscuritos para que el único blanquito fuera él. Y además, como subrayó su abogado, utilizaron en su contra el peinado.

El pelo más como si fuera vasco. Le pregunta el abogado Ollé a su defendido navarro. Igual ha sido idea suya peinarle ahora de otra manera, para que parezca, ante el tribunal, menos vasco.

La estrategia de las defensas no es esto que estamos escuchando estos días en boca de los partidos que gobiernan Navarra o del lendakari Urkullu, lo de la proporcionalidad entre los hechos y las penas, ya saben, hubo agresiones y delito de lesiones, vale, pero no hubo terrorismo.

Los procesados no han hecho suyo ese discurso porque ellos lo niegan todo: ni lesiones ni agresiones ni nada.

Está el que vio que alguien discutía con alguien, pero desde lejos.

El que discutía era el guardia. Los otros eran chavales. Y Oihan Arnanz se acercó a pacificar.

Está el que reconoce que increpó al teniente sabiendo que era guardia civil, pero no porque fuera guardia, sino porque pone muchas multas.

Menuda jeta, le dijo, poner tantas multas y luego venir al bar que frecuentamos los multados. Eso fue todo, señoría, lo de las multas. Y que estaba borracho, claro. Todos los procesados aludieron al alcohol, a la fiesta, a que uno se emborracha y se viene arriba, como dijo la chica. El alcohol como atenuante no se sabe de qué, porque ellos dicen que no intervinieron en altercado alguno y que, por supuesto, no apalearon al teniente ni le mandaron al hospital seis meses de baja.

No fueron. No hicieron. Sólo bebieron.

Y no son simpatizantes del movimiento que quiere echar a la Guardia Civil de Navarra. Ni de ningún movimiento, porque ellos la política ni la tocan.

¿En qué lugar, señoría, no pasan estas mismas cosas? ¿Dónde no sufren palizas los guardias civiles cuando acuden a un bar por poner muchas multas de tráfico, verdad? ¿Qué guardia civil no ha tenido seis meses de baja médica por los golpes sufridos en un contexto de fiesta?