Sergio del Molino viene a Más de uno con ganas de fiesta. Ha sido un susto. El país ha estado a punto de estallar como en aquel verano del 36, pero ya pasó. Todo el mundo tranquilo: mañana habrá sorteo de liga. Antes de comer se sabrán los emparejamientos de los equipos de primera y de segunda división y podremos irnos de vacaciones con la tranquilidad que da saber que tenemos plan para todos los findes del curso. Ya pueden emplumar a José María Villar todo lo que quieran, que no nos afecta.

Sergio del Molino viene a Más de uno a hablar de Nicolás Salmerón, que fue un almeriense que presidió la primera república española en el verano de 1873. Salmerón hizo una cosa rarísima, insólita en un político español: dimitió. Sin que le trincaran robando y sin verse envuelto en nada sucio. La leyenda dice que dimitió porque no quiso firmar unas sentencias de muerte y, dado que era el presidente, la única forma de no firmarlas era largándose. A Salmerón le fue mal, como le va mal a todos los que no se acogen a la obediencia debida. Qué poquito nos acordamos de los que saben dar la cara.

Sergio del Molino se presenta hoy monárquico, tras el despliegue de ostentosidades con el que la realeza británica ha recibido a la realeza española. Venga caballos, venga salvas, venga carruajes y soldados con uniformes raros y coreografías y venga calles engalanadas con gente paliducha agitando banderitas. "Así se garantiza uno el futuro de la institución: dando espectáculo, ganándose el sueldo que el pueblo te paga con sus impuestos", afirma, y añade: "Espero que los reyes de España no se contenten en este viaje con tratar temas de estado, sino que aprovechen y aprendan cómo se lucen la pompa y el boato".

Sergio del Molino se pregunta por qué no salimos del mismo bucle. No el del proceso, que es el bucle de los bucles, un bucle insignia, sino con todo lo que ha rodeado al aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por eso viene a recomendarnos el libro “El eco de los disparos”, de Edurne Portela. Un libro que no va de verdugos ni de víctimas, ni de héroes ni de supervillanos. Es un libro que va de los grises, de los que no tuvimos responsabilidad directa en la violencia ni tampoco la sufrimos, pero vivimos en torno a ella y con ella de fondo.

Sergio del Molino se pregunta por qué el gobierno se preocupa ahora por legislar sobre el canon por copia privada, conforme establece la UE, cuando esta industria de DVDs, CDs, cintas de casete e, incluso, los cilindros de cera del fonógrafo, ha dejado de existir. Lo mismo podrían regular la producción de palimpsestos o de papiros, puestos a proteger cosas que ya no existen. Es lo que se llama política cultural vintage.

Sergio del Molino se pregunta qué pasará si los Reyes Magos no consiguen pasar la frontera. Recuerda que estamos esperando a tres individuos que vienen de oriente. A bulto, sin especificar el país. En la frontera tendrán que rellenar un papel con su origen y no les van a sellar el pasaporte si no dan un número de vuelo o el aeropuerto del que han salido, por lo menos.

Sergio del Molino se pregunta cuándo acabará la costumbre de desear un feliz año a los otros, dDesearnos felicidad suena tan falso como Pablo Iglesias diciéndole a Errejón que la discrepancia es buena", señala. "Quien no puede consolarse es Pedro Sánchez, a quien desheredaron antes de que la ley vasca cambiase", explica y continúa, "y ahora, sus padres políticos, que no tienen prisa por buscar nuevo heredero, quieren cambiar la financiación de los partidos para negársela a los que no tengan democracia interna". Por ello, considera que la gestora es democracia orgánica más que interna.