OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No mentirá Sánchez si dice que la mayoría de los españoles quieren reconvertir el Valle de los Caídos"

El día en el que el presidente inesperado del gobierno de España, Sánchez, dará su primera entrevista.

@carlos__alsina

Madrid | 18.06.2018 07:45

Dos semanas después de haberse estrenado en la Moncloa, comparece el presidente en la televisión pública. Televisión Española. Diez de la noche. En esto Sánchez ha innovado poco.

Bienvenida sea la exposición pública en un dirigente que ha hecho bandera de la transparencia. Como Pablo Iglesias, con el que estuvo un rato largo el jueves en la Moncloa aunque ninguno de los dos contó ni media. Cuando eres presidente no necesitas reservados de restaurantes para verte con nadie. Aunque siempre hay alguien que ha visto a Pablo por el edificio y lo acaba contando. Para que se sepa.

Sánchez empieza hoy a dar explicaciones a la opinión pública de las decisiones que ya ha tomado. El gobierno que ha formado, el ministro que le ha dimitido, Huerta, el ministro que están en el gabinete aún estando imputado, Planas, la acogida del Aquarius, la próxima reunión con Joaquim Torra, el plan que tiene para esto que su ministra de Justicia llama desinflamar la cuestión catalana. Y Franco, claro, lo que piensa hacer con lo que queda, en el Valle de los Caídos, de Franco.

El presidente inesperado, que carece de prisa para convocar elecciones generales, aspira a exprimir este año y medio largo que le queda a la legislatura para ganar apoyo social. Pescando entre quienes votaron la última vez a Ciudadanos y quienes votaron a Podemos. Hasta ahora ha combinado Sánchez la idea de estabilidad y reformismo moderado que transmitió con la elección de sus ministros con medidas concretas que conectan con asuntos de los que hizo bandera la izquierda en la oposición: el feminismo, la inmigración y, ahora, la memoria histórica.

A Pedro Sánchez nadie podrá quitarle ya el título de primer presidente que tuvo más ministras que ministros. Ni el de primer presidente que ofreció España como destino para un barco lleno de inmigrantes náufragos. Si se cumplen sus planes, será también, en breve, el presidente que desahució a Franco del Valle de los Caídos. Hoy confirmará su intención de exhumar los restos del dictador y convertir el monumento —feo, pero monumento— en un Memorial a las víctimas de la guerra civil y la dictadura franquista.

Hace ahora trece meses el grupo socialista ya propuso esto en el Parlamento. La votación fue abrumadoramente favorable a sacar de allí a Franco.

Votó a favor el PSOE, votó a favor Podemos y votó a favor Ciudadanos. La propuesta se quedó en nada porque el gobierno de Rajoy la vetó. Pero ahora ha cambiado el gobierno y no parece que haya cambiado la posición del resto de los grupos. No mentirá, por tanto, el presidente si dice que allí donde está representada la soberanía nacional la voluntad de reconvertir el Valle de los Caídos en un Centro Nacional de la Memoria sin Franco quedó claro que es muy mayoritaria.

Aunque la intención del presidente —hoy iremos conociendo detalles— va más allá de esto del Valle. En la agenda está elaborar un censo nacional de desaparecidos y obligar a todas las administraciones a encontrar sus restos y entregarlos a las familias; declarar nular todas las sentencias de los tribunales franquistas que condenaron por motivos políticos; sancionar a los municipios que incumplan sus obligaciones de retirada de símbolos franquistas; y crear una Comisión de la Verdad a la manera de las que han existido en otros países que establezca las violaciones de derechos ocurridas desde el comienzo de la guerra en el 36 hasta la aprobación de la Constitución en el 78.

Llegó el Aquaruis ayer a Valencia. Amanecen hoy en centros de acogida los seiscientos rescatados en el Canal de Sicilia.

Hubo gran despliegue de medios (de medios de comunicación, sobre todo) para informar de cómo se atiende a 629 personas rescatadas del Mediterráneo. Como si fuera lo nunca visto cuando no deja de ser lo que se ve cada día en Motril, en Canarias, en Tarifa.

La singularidad del Aquarius estuvo en la negativa del gobierno italiano a permitirle entrar en sus aguas. Lo nunca visto es que un barco de rescate —de una ong— cargado de náufragos tuviera que navegar cuatro días para llegar al puerto seguro que le había ofrecido España. El viaje fue lo excepcional. Pero una vez que estuvieron aquí, cuando seiscientas personas empezaron a desembarcar del barco que las había rescatado, todos pudimos ver que los inmigrantes del Aquarius son como los inmigrantes de Motril, y del Estrecho, y de Canarias. Gentes de otros lugares más pobres, más desiguales, más injustos y más violentos que el nuestro que se echan al mar, en pateras, y cayucos, y balsas de goma por los que las mafias les cobran lo que para ellos es un dineral, en la confianza de llegar vivos a Europa.

A los 629 del Aquarius les ha recibido la Cruz Roja —como recibe a los rescatados por Salvamento Marítimo en el Alborán— y les han examinado los médicos —como se examina a los náufragos de las pateras— y les han llevado a los centros de acogida (los que están sanos) o al hospital (los que sufren alguna enfermedad). Hay centenares de profesionales que patrullan cada día el mar, que lo sobrevuelan, que reciben a los inmigrantes en puerto y que se hacen cargo de ellos con extraordinaria humanidad y profesionalidad. Todos los días desde hace décadas.

El ministro del Interior nos dijo el jueves pasado que no habría diferencia alguna en el trato de los unos y los otros. Bueno, haberla la ha habido. Por el despliegue institucional exhibido en Valencia.Por el permiso de estancia de cuarenta y cinco días que se les ha concedido. Y por la posibilidad que tienen los francófonos de ser enviados ahora a Francia.

Tienen razón los voluntarios de Cruz Roja en Almería, o en Tarifa, cuando dicen que había seiscientos periodistas ayer en Valencia y no suele haber ninguno en los puertos del sur de España.

En eso consisten los símbolos: ese barco que no hace un trabajo distinto del de la flota de Guardamares y Salvamares del ministerio de Fomento. No habría sido símbolo de nada si Italia hubiera seguido recibiendo a los náufragos que rescata, que es lo que hizo todos los meses anteriores. Salvini, el ministro italiano, lo convirtió en lo que ahora es: un icono. Ahora la pregunta es si el icono se diluye (como pasó con otros) o si se abre camino el debate en Europa, como quiere pensar el presidente del Médicos sin fronteras en España.

Personas que a veces son rescatadas y que a veces, lamentablemente, se ahogan. Cuarenta y tres personas siguen desaparecidas en el mar de Alborán esta mañana.