OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La desgracia de la carretera de los coches calcinados; el milagro de la familia metida en la balsa de riego"

El primer nombre ha sido el de Rodrigo. El primer muerto, en Portugal, del que supimos ayer cómo se llamaba, quién era, qué le pasó, es Rodrigo Rosario. Tenía cuatro años. La tez morena y el pelo oscuro y muy rizado.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 19.06.2017 07:57

Rodrigo estaba pasando el fin de semana con su tio Sidel en la casa de éste en Nodeiriño, porque los padres, que se acaban de casar, están de luna de miel —estaban— en Cabo Verde. El sábado, al ver que las llamas se acercaban cada vez más deprisa a la aldea, Sidel —el tío— metió a Rodrigo en el coche, arrancó el motor y aceleró camino de la carretera principal. Ya en la vía chocaron con otro vehículo y quedaron los dos coches cruzados en la carretera y sin tiempo ya para escapar de las llamas. Los cuerpos del tío y del niño, como los cuerpos de otras treinta personas, los encontraron ayer los bomberos en ese tramo de carretera que, en palabras del alcalde de Pedrograo, se convirtió en una ratonera.

Nodeiriño, esta aldea entre montes, ha sido escenario del horror —el infierno— y también de un milagro. Una familia ha sobrevivido al fuego que rodeó por completo su casa gracias a dos circunstancias: que los árboles terminaban a cien metros de la vivienda y que pudieron combatir el calor abrasador metiéndose en la balsa de riego que hace años construyó el abuelo.

¿Cuántas horas estuvieron en la balsa?, pregunta la periodista. “Toda la noche”, dice esta mujer, toda la noche sintiendo que te arden la cara y los brazos y combatiendo a duras penas el humo.

Como este hombre, Armando Casinhas, son pocos los que vieron el fuego de cerca y han vivido para contarlo. Son cientos las personas evacuadas que han pasado esta segunda noche en las instalaciones de un equipo de fútbol, el Atletico Avelarense. Regresar a casa y no encontrar nada. No saber aún si tus familiares están vivos.

La semana pasada fue Londres, hoy son unas cuantas aldeas del centro de Portugal. Aquel fue un incendio en una torre de viviendas, éste un incendio forestal entre montes. Pero ambos tienen esta circunstancia que los acerca: hay lugares que fueron devastados por las llamas y a los que los bomberos aún no han conseguido entrar. Y hay numerosas familias que aún ignoran —por más que teman— qué ha sido de alguno de los suyos.

El PSOE pasa a ser el Partido de Sánchez Obrero Español. Todo el poder para Sánchez. No sólo tiene una ejecutiva a su medida sino que el papel, el poder, de esa ejecutiva ha quedado reducido a bien poca cosa.

Desde ahora el PSOE se basa en la relación directa entre la militancia y el líder. Es él quien puede convocar las consultas que desee y para lo que desee (para verse respaldado, mayormente) y es la militancia —y no los órganos de dirección— quien respalda o rechaza (esto será poco probable) las decisiones del comandante en jefe.

Se acabó la coartada de que eran los demás los que te tenían maniatado y te boicoteaban. Ya no podrá decir el supremosecretario general que es el comité federal, o los barones, oSusana, quien no le deja pactar con Iglesias o con quien sea un gobierno alternativo al de Rajoy. Manos libres para hacer lo que él quiera. Si quiere casarse con Pablo para censurar juntos a Rajoy, puede hacerlo. Si quiere sentarse a hablar con Esquerra y el PdeCAT, también puede. Para intentar que la legislatura dure, ¿cómo dijo ayer?, unos meses?

Sánchez gobernará el PSOE a la manera en que Rajoygobierna el PP: sin que nadie le tosa. Con una diferencia: queRajoy, aun menguante, gana elecciones y Pedro todavía no ha sido capaz de hacerlo.

Su nueva promesa es que ganará las elecciones. Ya la hizo las dos primeras veces y quedó incumplida, veremos qué pasa en la siguiente, allá por 2020.

Sabiendo que se dice “vamos a ganar seguro” aun estando seguro de ir a perder y que Sánchez, a diferencia de los anteriores secretarios generales de su partido, no necesita ganar —o no condiciona a ganar— el intentar gobernar él. Lo intentó en marzo de 2016 y perdió la investidura. Amagó con intentarlo de nuevo en octubre y se encontró con la negativa de Iglesias y Rivera a hermanarse para hacerlo posible.

El relato pedrista dice que fueron los malvados barones los que le impidieron negociar y pactar, pero él sabe que fue la incompatibilidad de Ciudadanos y Podemos lo que hizo imposible que su candidatura prosperara.