OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No parece, en opinión del tribunal, que ni Castro ni Horrach hayan hecho un buen trabajo"

Y cuando una abogada actúa de mala fe, abusa de su derecho a personarse como acusación popular y hace imputaciones sin la menor consistencia, ¿qué castigo merece eso? Con el pago de las costas, ¿queda satisfecho el abuso, la mala fe, la mascarada?

Madrid | 20.02.2017 08:10

En capilla, este lunes, Torres y Urdangarín. Empitonados por la sentencia del caso Nóos pero con cornadas mucho menos graves de las que esperaban el juez instructor, el fiscal y, sobre todo, la abogada acusadora de Con las manos en la masa.

En breve el tribunal convocará a las partes para que digan qué piden ahora: si el ingreso en prisión inmediato o alguna medida cautelar más light a la espera de que el Supremo revise la sentencia. El fiscal Horrach ya ha anticipado que pedirá prisión para los dos creadores de la empresa Nóos y lo probable es que el tribunal atienda esa petición. Sólo resta saber si podrán eludir la cárcel, por ahora, depositando una fianza.

Conocida el viernes la sentencia, y conocido también el aluvión de opiniones a que ha dado lugar —unas fundadas en la lectura de la sentencia, para compartir o discrepar del criterio de las tres magistradas, otras fruto del prejuicio, la verborrea y el sesgo— lo que queda ahora es la digestión de estos diez años de caso Nóos que ya vemos en lo que han quedado: diecisiete juzgados, diez absueltos. La pena más alta, ocho años de prisión para Diego Torres. Urdangarín un año por cada uno de los delitos que se ha probado que cometió. Ana Tejeiro y Cristina de Borbón, nada de nada. Los altos cargos valencianos, absueltos todos. Los de la administración balear, penas de entre uno y tres años. A la luz de lo que ha dicho el tribunal, había mucho menos caso Nóos del que juez instructor, acusaciones y medios de comunicación dimos a entender que había.

Tiene toda la lógica que el juez Castro diga que esperaba otro tipo de sentencia. Y que no comparta ésta. Y que no le guste. Y que diga que no lo entiende. El tribunal ha adelgazado hasta tal punto su relato de hechos e imputaciones que, aunque ningún juez vaya a querer intepretarlo de esa manera, ha dejado el trabajo técnico de Castro a los pies de los caballos. Cuando un tribunal juzgador manda a casa exonerados a la mitad de los procesados a quien está leyendo la cartilla, por instruir mal, es a quien dictó el auto de procesamiento. Y cuando impone penas mucho más bajas, y a mucha menos gente, de lo que pretendía el ministerio fiscal, a quien está reprochando no haber probado sus acusaciones es a la fiscalía.No parece que Horrach, en opinión del tribunal, haya hecho tampoco un buen trabajo. Ni Castro ni Horrach. Los dos protagonistas, ellos y su rivalidad, de la instrucción del sumario. Y la decepción consiguiente de quienes les dieron a ambos por infalibles. No lo eran. Ni el uno ni el otro.

Aunque mención aparte merece lo de Manos Limpias. La abogada más mediática del caso, López Negrete, que le hacía el trabajo a la asociación de Bernard y Pineda en el caso mientras aprovechaba sus comparecencia en los medios para emitir sentencias. De quien dice el tribunal que, en su acusación contra la señora Tejeiro, no ha aportado elementos determinantes que no hubiera aportado la fiscalía, que su actuación careció de toda consistencia y que abusó del derecho a personarse como acusación popular. Y en su acusación a Cristina de Borbón, pretendió perturbar el juicio manteniendo la petición de ocho años pese a que en la vista oral había quedado en evidencia la endeblez de las pruebas.

En síntesis, que lo que hizo la señora López Negrete no fue un honrado trabajo jurídico en defensa del interés general, sino un abuso de la acción jurídica ejercido con mala fe. Qué sanción judicial merece eso está puesto en la sentencia: el pago de las costas. Qué sanción social le será impuesta a la abogada ya no está en manos de las tres juezas.

Reuniones secretas entre el gobierno de España y el autonómico de Cataluña. Está habiendo reuniones a todos los niveles, lo que pasa es que todas se cuentan. ¿Quién lo dice? El delegado de la operación diálogo en Cataluña, delegado del gobierno Enric Millo.

No puede decir más pero ya dijo algo: que hay reuniones a todos los niveles. Y que sólo se hacen públicas algunas. ¿Cuál es el criterio para informar a la opinión pública de unas sí y de otras no? Ah, la dificultad que suponga dar explicaciones de lo que en esa reunión se ha estado hablando.

Si se sientan a hablar la vicepresidenta Santamaría y Oriol Junqueras, por ejemplo, y tienen que estar pensando cómo van a explicar luego lo que han estado hablando el éxito del diálogo queda comprometido. ¿Ah, sí? ¿Por qué? Si nadie tiene nada que ocultar, qué problema hay en que se sepa lo que se dice puertas adentro de una reunión. ¿Acaso no es lo mismo que se dicen puertas afuera?

El delegado del gobierno pretendía en su entrevista de TV3 responder preguntas pero lo que hizo fue sembrar el terreno de preguntas nuevas. Que sin duda se le harán, si hay ocasión, a su jefa directa, la vicepresidenta, cuando hoy inicie en Barcelona esto que el gobierno ha llamado encuentros con representantes de la sociedad civil.

El plan del ejecutivo, en sintonía —en esto sí— con Ciudadanos es ampliar los actos del gobierno central en Cataluña más allá de sus reuniones con Junqueras y los partidos de oposición e ir concretando las ofertas que, en inversiones e infraestructuras, se plantea hacer al gobierno catalán. Inversión, mejora de transportes públicos, estudio de las transferencias pendientes que viene reclamando el gobierno autonómico, pero nada de pacto fiscal específico para esta comunidad y mucho menos de referéndum.

Lo que quiere el gobierno central —y lo que quiere Ciudadanos y lo que quiere el PSC— es esto que ahora llaman cambiar la conversación, es decir, que el debate político gire sobre algo más que referéndum sí, referéndum no. Aunque Junts pel Sí mantenga que el referéndum es la cuestión política de la depende todo lo demás y que es, por ello, prioritaria e irrenunciable.

Podemos se apunta a la criogenización política. Iglesias ha metido en el congelador a Errejón con la promesa de descongelarle dentro de dos años. Ahora estás muerto, amigo, compañero del alma, hermano, pero en 2019 te devuelvo a la vida para que compitas con Cristina Cifuentes, duerme, Iñigo, duerme.

Errejón será candidato a la presidencia autonómica de Madrid,dicen las crónicas. Bueno, será candidato…o no. Moderen su contundencia los tituladores de noticias porque para el 2019 quedan dos años y nadie sabe, en realidad, qué estaremos contado entonces. Quedan dos años, que en política es un mundo y en Podemos un océano.

Lo más novedoso en la criogenización del niño Errejón es que Podemos ha estrenado, sin mayor escándalo, el dedazo como forma de escoger candidatos a elecciones futuras.

Ya fue raro que Iglesias le propusiera, hace quince días, a Errejón una candidatura que no está en su mano, sino en la de los militantes el día que toque. Se supone que éste sigue siendo un partido participativo y asambleario en el que los candidatos se eligen en primarias. Iglesias se propuso neutralizar al competidor interno y quitárselo de en medio. Y ahora que le ha ganado con claridad el pulso, le ha reiterado la oferta para blanquear su defenestración como portavoz parlamentario. Errejón, estrellado en su pulso interno ayuno de proyecto propio, se la ha aceptado.

Candidato por designación. A dedo. Al más puro estilo de la pequeña política de siempre. Primero hacemos saber que tú serás el candidato y luego organizamos el proceso de primarias. No vaya a parecer que le estamos dando a la militancia el cartel ya hecho.