OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Rajoy ha reescrito la historia del Yak-42 y ha levantado un muro para que no le salpique"

Les digo una cosa. De manera un poco cruda a esto se le llama soltar lastre. Rajoy se deshace de Federico Trillo. Y se hace a un lado para que el impacto de la caída no le haga tambalearse a él ni un segundo. Sin despeinarse, el presidente ha rescrito la historia y ha levantado el muro profiláctico.

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Madrid | 13.01.2017 07:46

Que esto del Yakolev no le contagie. Que el resurgimiento del caso, a raíz de un dictamen del Consejo de Estado que su gobierno conoce desde hace dos meses, no le salpique. Aunque fuera Rajoy —la historia es testaruda— vicepresidente primero de aquel gobierno en el que Trillo era ministro de Defensa, aunque fuera Rajoy presidente del gobierno que lo escogió como embajador de España en Londres y aunque este dictamen de ahora —el que ha servido para el descabello— no aporte un solo dato que no se conociera desde hace años y no modifique en nada —sentencias judiciales incluidas— el relato de los hechos.

No es por lo que dice el dictamen por lo que Rajoy deja caer a Trillo. Es por el problema político que el regreso del Yakolev a las primeras páginas ha ocasionado a un gobierno en minoría que anhela ser visto como receptivo, sensible y cercano, todo lo contrario de lo que fue su imagen pública en los años de la mayoría absoluta. "No hemos comunicado bien", ¿se acuerdan?, "el PP como partido antipático", que dijo una vez Esperanza Aguirre.

• Hace diez días el discurso del presidente era: nada nuevo bajo el sol. El accidente sucedió hace muchísimos años y todo ya se sustanció judicialmente. Fin de la cita. No le veía Rajoy el presidente inconveniente alguno a que Trillo siguiera de embajador en Londres.

• Luego llegó el primer matiz. El anuncio de Exteriores de que Trillo cesaría como embajador este año. Sería relevado, sí, pero atribuirlo al asunto del Yakolev era poco menos que pecado de lesa manipulación. Iba dentro el señor Trillo de un pelotón de embajadores caducos a los que tocaba cambiar de aires.

• Lo siguiente fue Cospedal, corrigiendo el tiro, convocando a las familias y ofreciendose a comparecer en el Congreso de los Diputados. Lo penúltimo, la reunión de esta semana con los familiares para anunciarles que hacía suyo el dictamen del Consejo de Estado y comprometerse (esto es más relevante) a investigar qué pasó con el contrato del vuelo y otros documentos que las familias nunca han logrado que les fueran entregados. Es decir, asumir que había papeles pendientes y cosas aún no aclaradas.

• Y ayer, por fin, el mismo Federico Trillo que al comienzo de la semana aún decía que no tenía nada que añadir, convocaba por sorpresa a los corresponsales españoles en Londres para comunicar su retirada.

Soltar lastre.

Cuando el líder concluye que un peso pesado de otros tiempos se ha convertido en un problema para él, sólo un problema y nada más que un problema, se lo quita de en medio. La política. Lo siguiente será persuadir a Trillo, si es que no se ha hecho ya, de que se olvide de incorporarse al Consejo de Estado a cambio de no se sabrá qué. Aun decía aquí el martes el ministro de Justicia que sería ilegal impedirle solicitar su plaza de letrado. O Maíllo: "¿qué vamos a hacer, mandarle a Perejil?". No volverán a escuchar declaraciones de ese tipo. A Trillo, en efecto, lo han mandado a Perejil.

Eurófobos en peregrinación a la Torre del Oro. Los admiradores de Trump que aspiran a desmontar la Unión Europea quieren verle, tocarle, besarle, queremos un hijo tuyo, Donald.

Nigel Farage, el británico sobreactuado, tuvo más suerte que Marine Le Pen. Él se plantó en la Torre Trump cuando el presidente electo aún se hacía selfies con sus fans y pudo presumir de ser el primer político europeo en ser atendido por el nuevo rey del mambo. Marine Le Pen ha tardado más en completar la romería y no consta que Trump haya llegado siquiera a verla. Se tomó un café en la torre con un par de señores no identificados y hasta allí llegó la aproximación de la groupie a su nuevo referente anti sistema.

La señora Le Pen, si esta vez las encuestas afinan, ganará la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de Francia este mes de abril. Hoy le saca una ventaja mínima a Fillon pero suficiente para poder decir que tiene a la cuarta parte de la población queriéndola de presidenta. Bien es verdad que las mismas encuestas anticipan que en la segunda vuelta la victoria de Fillon, con los votantes de la izquierda encomendándose a él como muro de contención de la extreña derecha, sería arrolladora.

Está por ver. A quien nadie da hoy por ganador es al Partido Socialista, metido en una crisis de desencanto que convierte a Francois Hollande en un presidente fallido a ojos de la mayoría de sus compatriotas. Hollande, que ha sido actor esencial —y eso se le reconoce poco— de la estrategia militar contra Estado Islámico en Iraq y Siria. Se marchará Hollande en mayo, cinco años después de llegar al Eliseo, dejando esta asignatura pendiente que comparte con Obama —que tambien se va—: la victoria frente a esta nueva generacion del yihadismo que encarna el falso califato y que dejó pequeña, en factura criminal, a Al Qaeda.