OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Entre romperse la crisma y pedalear, Sánchez opta por lo segundo"

No hace falta ser Alberto Contador para entender a Pedro Sánchez: si dejas de pedalear, te caes. Entre romperte la crisma y seguir dando pedales, Sanchez opta por lo segundo. Aunque no sepa hacia dónde va ni si estará en condiciones de llegar a alguna parte. Y aunque la bicicleta la tenga pinchada desde el veinte de diciembre por la noche. Noventa diputados, sólo noventa, no dan para lucir el maillot de líder

Carlos Alsina

Madrid | 08.01.2016 08:03

Se fue de excursión ciclista el líder del PSOE hasta Portugal a dejarse apadrinar por el primer ministro luso. Antonio Costa es el nuevo ídolo de los pedristas españoles, el ejemplo de que hasta el rabo todo es toro y de que la esperanza de alcanzar el gobierno es lo último que debe perder un secretario general que ha perdido las elecciones. Al señor Costa le estaban dando la extremaunción algunos de los suyos en la noche electoral portuguesa mientras él hacía números y se quitaba de encima la mortaja. En los primeros días después del escrutinio parecía imposible que Costa, el perdedor, le arrebatara el gobierno a Passos Coelho, el que había ganado. No porque los números no salieran ——sumados los grupos de izquierdas tenían mayoría en el Parlamento— sino porque el propio líder socialista admitía que sus diferencias con los otros dos partidos (el Comunista y la Syriza portuguesa) eran tan enormes —-euroescépticos, radicales, populistas—- que lo único que tenían en común era su animadversión a la derecha: la mayoría negativa, que es como la llamó el señor Costa en su primer discurso.

Ah, no es sólo España el país en el que las palabras se las lleva el viento y el que decía digo acaba diciendo “oye, pactemos”. Costa cambió enseguida lo de la “mayoría negativa” por lo de “la mayoría progresista”, que queda más positivo. Dio calabazas al primer ministro conservador, Passos Coelho, que le ofreció negociar un gobierno amplio y estable —-de amplio espectro, que diría aquí Rajoy— y se puso a cortejar al Podemos portugúes y el partido comunista para que le apoyaran la investidura. Se comprende, así, que sea el hombre que inspira a Pedro Sánchez. Ay, si yo pudiera, ay si yo pudiera. Hacerme un Costa y plantarme en la Moncloa para darle en los morros a Susana y a Felipe.

O Moncloa o el velatorio, son las dos opciones que desde el veinte de diciembre tiene en su horizonte el líder del PSOE. Y a Lisboa se ha ido a ponerse unas velas a sí mismo y recordarle a sus colegas de partido que en Portugal el milagro fue posible. De eso se trataba, de volver a afirmar, con el señor Costa a su vera, que sí se puede. Yes I can, si Rajoy no es investido que pase el siguiente.

“Propondré una gran coalición progresista”, dijo Sánchez a la portuguesa, bien es verdad que sin alcanzar a aclarar qué condiciones aceptará exactamente para que esa coalición prospere y a quiénes invitaría a formar parte de ella. ¿Esquerra, por ejemplo, es progresista? ¿Lo es el PNV? Porque Sánchez, atención, habla de las fuerzas progresistas de izquierdas y de derechas.

¿A Ciudadanos lo tiene en mente entonces, aunque lo considere de derechas? Y la pregunta del millón, por supuesto, con qué exigencias tragaría, de las de Podemos. Vuelta a lo de siempre, si se sentaría a negociar con Pablo Iglesias aun manteniendo éste la demanda de un referéndum en Cataluña. Escuchando a los dirigentes socialistas —-incluyendo a los que menos simpatizan con Podemos—- ha calado la idea de que lo único que, en realidad, separa al PSOE de Pablo Iglesias es lo del referéndum. Cualquiera diría que hasta hace cuatro días se esforzaban en presentarse como el agua y el aceite.

En realidad, y como ayer se ocupó de recordar el conservador Jean Claude Juncker —-presidente de la comisión europea—- el de Portugal está lejos de ser un gobierno estable. Costa es primer ministro, eso es incontestable. Pero gobierna con 86 escaños de 230. No tiene pacto de legislatura con los otros dos partidos de la izquierda y tiene que sentarse a negociar con ellos cada vez que pretende sacar algún proyecto de ley en el Parlamento. Juncker, dándole una patadita al amigo Costa para hacer un favor a su amigo de verdad, que es Mariano Rajoy. El hombre que mientras no haya nuevas elecciones o invistan presidente a otro, sigue siendo el presidente.

¿Y Ciudadanos? Qué dice Ciudadanos de la coalición progresista que propone, sin concretar los integrantes, el ciclista Sánchez. A las nueve estará aquí Albert Rivera y le preguntaremos. Para empezar, si se da por aludido cuando escucha hablar al líder socialista de “fuerzas progresistas”: igual ahora Sánchez ve a Rivera menos de derechas que antes. Y, para seguir, si el único obstáculo que él ve para un entendimiento entre los grupos de izquierda, o entre cualquier grupo que no sea el PP, que es lo que parece tener en la cabeza el hombre que, por no irse al suelo, pedalea.

Rivera a quien le soltó un sartenazo no fue a Sánchez sino a Podemos. Por querer romper España y por querer tener cuatro grupos parlamentarios para recibir, así, más dinero.

Cada grupo parlamentario tiene una subvención de casi treinta mil euros mensuales. Si tienes cuatro grupos porque te has presentado en cuatro coaliciones distintas, te tocarían 120.000. Ésta es la primera batalla que va a dar —ya la está dando Podemos—-, y es la primera contrapartida que puede ofrecer el PSOE a cambio de que Iglesias le eche luego una mano a Sánchez: hacer la vista gorda del reglamento de la cámara y permitir que Podemos, en lugar de un grupo tenga cuatro. Para que Ada Colau se quede contenta.