OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Mientras la política catalana se empantana, el TC acelera"

Mientras la política catalana se empantana, la investidura embarranca y el dinero para los proveedores no llega, el Constitucional -desafiando su condición de mano lenta—- va y acelera. Antes de que en la medianoche del jueves empiece la campaña electoral, dictará sentencia sobre la declaración de desobediencia que aprobó el Parlament en aquella mañana de arrebato de la que media Convergencia prefiere no acordarse. Puede que haya sentencia hoy mismo.

Carlos Alsina | Madrid
| 02/12/2015

Los magistrados tienen claro desde el primer día que la declaración parlamentaria es inconstitucional. No sólo. Es manifiesta, premeditada y provocadoramente inconstitucional. Con esa intención la exigió la CUP y con esa intención tragaron con ella los convergentes. El sentido de la sentencia no ofrece duda —el texto debe ser anulado—, pero la quieren redactar los magistrados de tal forma que nadie pueda acusarles de estar fabricando independentistas (esta vieja acusación que sufren todos aquellos que le llevan la contraria al independentismo).

Anticipando la venda y negando que haya herida, la señora Munté, la viceMas de un gobierno en precario, insiste en negar efecto jurídico alguno a la proclama que con tanta solemnidad como entusiasmo aprobaron.

Desde que el Tribunal suspendió la proclama y avisó a veintiún cargos públicos del castigo que tiene la desobediencia ninguno de ellos ha movido un dedo. Forcadell sigue siendo presidenta del Parlamento, pero es como si estuviera librando. Ni los diputados ocupan su tiempo en nada ni se ha dado paso alguno para crear las famosas estructuras de estado de la futura Cataluña independizada. Hasta el punto de que la embestida independentista corre el riesgo de no pintar gran cosa en la campaña electoral que está empezando.

Al gobierno catalán, eternizado en precario, se le está atragando la pachorra de Montoro a la hora de desembolsar los tres mil millones de euros que pidieron al FLA, el surtidor de préstamo autonómico. El cerebro económico del gobierno Mas ——mientras no hagan a Junqueras jefe de la caja—-, salió ayer al ruedo, en una comparecencia inusual, para darle un viaje al gobierno central. Mas Colell, consejero de economía: “Pague usted, señora vicepresidenta, pague”.

Interesante esta expresión que elige el consejero: “sonreir por debajo de la nariz”. Pregunta: ¿se puede sonreir, acaso, por encima de la nariz? Sí se puede, sí, haciendo el pino.

Mas Colell, que es más echado para adelante para atizar al gobierno central que para expresar su crítica a la deriva de Convergencia en brazos de la CUP anticapitalista. Sobre eso permanece en el equipo del president la ley del silencio, o el silencio corderil de que hace gala la cúpula convergente. Mientras no salven la cabeza, o el trasero, del jefe Mas (su continuidad en el asiento) aquí nadie dice ni media. Y el jefe está perdiendo la paciencia con la CUP.Menos veto y más voto”, es el nuevo eslogan de la factoría artúrica.

Que significa: señores pesados de la CUP, dejen de vetar al rey Arturo porque sin él no habrá voto de ley de desconexión alguna. Y así va a seguir, dándole vueltas a la noria hasta que pasen las elecciones del día veinte. Sin esperar a que arranque formalmente al campaña, Rajoy se ha puesto el sombrero mitinero (que diría Moragas, el sombrero) y ha demostrado por qué no le queda un solo minuto libre para andar debatiendo: no le queda un minuto libre porque en cuanto lo tiene, se va a Benavente y se sube a un banco. Es loable la capacidad del presidente para cumplir su apretada agenda: lo mismo está en París salvando la especie humana con Hollande y Obama que se sube a un banco dotado de micrófono —-el famoso banco mitinero—- o se sienta a jugar al dominó con los jubilados. Entre el dominó en la residencia y el futbolín en casa Bertín, como para tener un minuto libre que dedicar a debatir con estos chicos nuevos.

Sin mencionarle le envió un recado el líder del PP a Albert Rivera, por cuestionar el AVE y las diputaciones provinciales. “Para formar parte del gobierno no es malo haber gobernado alguna vez”, opinó el presidente, olvidando que para todo hay una primera vez, también para ser ministro, como él (y sus ministros) saben. Está haciendo Rajoy la campaña que sabe y que le gusta hacer. Presumiendo de experiencia de gestión, a su aire, por libre y eligiendo auditorios afines y apariciones de riesgo controlado. Juega el PP a amarrar la victoria que le están anunciando las encuestas aunque sea a costa de quedarse por debajo del treinta por ciento de los votos.

Al cabo de un mar de encuestas de resultados dispares, mañana se publica la más sólida: el CIS. Con cocina incluida.