OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Por un día el lío está en Madrid y no en Cataluña"

Madrid en situación de emergencia por la contaminación. Desde las seis de esta mañana no se puede aparcar en el centro de la ciudad. Sólo los vecinos residentes pueden dejar el coche en la calle. El resto, no, ni pagando en el parquímetro. De hecho, los parquímetros están inoperativos y sólo informan a los conductores de que se vayan buscando un aparcamiento subterráneo y de pago.

Carlos Alsina | Madrid
| 13/11/2015

La nueva restricción la anunció entrada la noche del jueves el gobierno municipal. Alegando que la medición del nivel de dióxido de nitrógeno se hace al final del día y es entonces cuando se activa, en caso de siga alto, la siguiente fase de restricciones. Lo sorprendente es que el anuncio de que hoy ya no se podrá aparcar lo hizo la concejalía de medio ambiente diez minutos después de que la alcaldesa Carmena hubiera dicho en la cadena Ser que con la información que ella tenía lo más probable es que se pudieran levantar ya todas las alertas.

Parece que todo va bien y que no vamos a peor. Diez minutos después se activaba la fase dos del plan de emergencia. Lo menos que se le puede pedir al gobierno de una ciudad con más de tres millones de habitantes es que procure facilitar las cosas a los automovilistas en lugar de confundirles dando a entender que va a ser una cosa cuando acaba siendo otra.

Si Carmena decía "parece que todo va bien", su concejal de Medio Ambiente Inés Sabanés atendía después la llamada de La Brújula para decir que, en efecto, era justo al revés. Cubriéndose de gloria, anoche, el gobierno municipal de la capital de España. Caso de que los niveles de contaminación no remitan, mañana sábado entraría en vigor el sistema de turnos para circular por el centro: matriculas pares un día, impares el siguiente. Y si aun así no mejora el aire, el domingo se extenderían los turnos a la M-30 y los accesos a la ciudad: unos días pares, otros días impares.

Esta vez no fueron sólo tres palabras. El rey Felipe ha ido de menos a más en sus intervenciones públicas de esta semana. El orden constitucional está vigente y lo seguirá estando. Porque es el pueblo español, no Rajoy, no Sánchez, no los comentaristas de prensa, quien no está dispuesto a que se ponga en cuestión su unidad como pueblo. Llegados al viernes, y haciendo balance, al cabo de estos cinco días en los que ha pasado de todo, o todo lo que se esperaba que pasara, volvemos a estar, de alguna forma, donde estábamos el lunes.

Éste es el resumen:

· Primero, el Parlamento catalán, diecinueve días después de empezar a funcionar, sólo ha aprobado una iniciativa: la declaración de insumisión al orden constitucional que duró tres días y que ahora está suspendida.

· Segundo, el gobierno de Cataluña sigue siendo provisional sin que su presidente, el señor Mas, haya acreditado apoyo parlamentario suficiente para permanecer en el cargo. La misma mayoría absoluta que él invoca para justificar el proyecto de secesión (72 diputados) es la que le ha dicho por dos veces que no sirve para el cargo (73 diputados). Empezó la semana como presidente interino y la va a terminar del mismo modo. En funciones, y atornillado al sillón.

· Tercero, pese a toda la literatura al respecto, tanto de los activistas pro-independencia como de salvadores de la patria que ansían ver los tanques en la Via Laietana, la Constitución está hoy en Cataluña tan vigente como lo estaba el lunes por la mañana. No hay efecto jurídico alguno de la declaración rupturista y no hay más legislación en vigor que la que ya había.

· Cuarto, el acelerón que ha querido dar el independentismo ha tenido como consecuencia única que la riada de críticas que venía padeciendo Rajoy por su falta de iniciativa política respecto de la cuestión catalana se han achicado tanto que apenas alcanzan hoy la condición de riachuelo. Ha reclutado el presidente, como notables escuderos, a Pedro Sánchez y Albert Rivera y se ha descubierto a sí mismo como líder que eleva el tono para advertir a los insurgentes de que lograrán consumar su rebeldía.

· Y quinto, la opinión editorial de la mayoría de los medios es hoy más dura con los promotores de la desobediencia y más identificada con la estrategia de moderación y firmeza de la que el gobierno central está haciendo gala. A diferencia de lo que ha ocurrido entre los defensores de la Constitución y la ley, en el bloque independentista han aumentado las disidencias, el malestar y el desconcierto. La desconexión que ha evidenciado el diario La Vanguardia reclamando la marcha atrás es el síntoma más sonado de que la incertitumbre, y las dudas, dominan el proceso.

En conclusión, y al cabo de estos cinco días en los que pasó todo, no parece que el independentismo catalán haya hecho esta semana un buen negocio.