OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Tsipras gana el primer asalto"

El primer asalto lo ha ganado Tsipras. Porque así lo han querido los griegos. Los aficionados a hacer coña con su apellido habrán de admitirlo: ni ganó de chiripa las elecciones ni ha ganado de chiripa el referéndum. En Grecia ganó el “no”. De largo.

Carlos Alsina

Madrid | 06.07.2015 08:14

Hoy la pregunta es: ¿iba de farol la zona euro o hablaba en serio? Cuando decía que el “no” era la puerta de salida del euro, ¿era bla bla bla para disuadir a los griegos o era la expresión de un compromiso? Y si iba de farol, ¿en que posición quedan los gobiernos del euro cuando el otro jugador, el novato, le ha descubierto la fanfarronada?

Hoy no es de economía de lo que van a hablar Merkel y Hollande en París. No es de economía de lo que se va a hablar en Bruselas. Es de política. De cómo darle puerta a Grecia o, en su defecto, aparentar que las reglas de la zona euro siguen siendo estrictas aunque siga dentro el socio que las ha desafiado con éxito. Gran sorpresa sería que se plantearan en serio mandar Grecia a hacer puñetas, pero el servicio de estudios del Barclays británico pronostica que eso es lo que va a pasar, que para el día 20 el estado griego se habrá quedado seco del todo, anunciará la suspensión de pagos y se saldrá del euro para volver a la dracma griega. Veremos.

De momento, éste es el día europeo de la musaca con indigestión y haciéndose bola. Tragándose discursos enteros.

Conclusiones del referéndum de ayer en Grecia:

• Primera: Tsipras ha aprobado su examen con una nota tan buena que está sorprendido él mismo. Samaras, el líder de la derecha, tambien, por eso anoche ya se fue a su casa.

• Segunda: Los bancos siguen cerrados; el Estado griego está canino y sus ciudadanos siguen sufriendo un corralito. Los problemas no han desaparecido.

• Tercera: La moneda de curso legal en Grecia se llama euro y no hay previsión de que eso cambie…de momento.

Lunes, seis de julio, después del referéndum griego y empezando a conocer por dentro esto que, según nos dijeron, era el abismo, el comienzo del desastre para Grecia y el principio del fin del euro. Cuidado, aún no está descartado que, en efecto, haya comenzado todo eso.

Los griegos se dieron ayer el gustazo de decirle a la zona euro que no cuela. Que no se creen que vayamos a prescindir de ellos. Que no se creen que vayamos a dejarles sin financiación. Que no se creen que esto sean lentejas. Lo que los griegos creen es que su primer ministro tiene razón: que al final habrá pasteleo y que estos discursos tan categóricos que escuchamos la semana pasada son puro humo.

Los griegos le han hecho un corte de mangas a Merkel, a Hollande y a Rajoy convencidos de que Tsipras les tiene cogida a todos la medida.

Hoy amanecen los griegos orgullosos del soplamocos que le han dado a la Unión Europea. Orgullosos irán al cajero cruzando los dedos para que aún quede algún billete de cincuenta. Orgullosos verán que los bancos siguen cerrados y orgullosos han escuchado a su primer ministro pedir al Banco Central Europeo que le enchufe a sus bancos una transfusión urgente, s.o.s. Tranfusión de dinero europeo, naturalmente. Respaldado por los estados del euro, en esta otra modalidad de financiación que sirve para mantener vivos bancos zombie o en situación agónica —que es como están ahora mismo los bancos griegos—.

La primera reunión importante del día, por ello, no va a ser la de Merkel y Hollande en París (los demás jefes de gobierno no cuentan) sino la que va a celebrar en Frankfurt el Banco Central Europeo: el conde Draco, Mario Draghi, con los consejeros que integran la dirección (ahí españoles tampoco hay) y para decidir si se sostiene a la banca griega (y en qué condiciones) o se la deja a la deriva y que sea lo que dios quiera. Esta segunda opción parece la menos probable. Pero quién sabe. Afortunadamente para Tsipras, a ningún otro gobierno del euro se le ha ocurrido convocar referendos para que sus sociedades respectivas opinen sobre el tercer rescate a Grecia. Si a Merkel se le ocurriera convocar un referéndum, entonces sí se habría acabado el euro.

Artur Mas, profeta del procés, se plantea cambiarse el nombre y llamarse Zorba. Se siente griego. Qué goloso precedente europeo le han servido en bandeja estos rojos de Syriza. Si Grecia vota lo que le da la gana y sigue dentro, Cataluña también puede. El president se comprará una moto, se rapará la cabeza y dará los discursos en camiseta. A lo Varoufakis. Tiemble Rajoy y tiemble Felipe V, todo esto que dice Europa del riesgo que uno asume si rompe el statu quo son milongas. Si alguien pensó en serio que Zorba, o sea, Mas, iba a renunciar a encabezar su soberana lista en septiembre que se lo haga mirar porque no existe ninguna posibilidad de que eso suceda.

Albert Rivera, que aún aspira a ganar las elecciones catalanas entusiasmado por una encuesta demasiado generosa, celebró ayer su coronación como candidato a la presidencia del gobierno. El ciudadano jefe se sabe hoy el rey del mambo. No porque tenga más votos que los demás (que en comparación con los otros tres en liza aún flojea) sino porque es el socio deseable, el que no mancha, tanto para populares como para socialistas. Es el guardián de llave que abre la puerta de Moncloa después de noviembre. Hasta ahora su doctrina de pactos ha sido que debe gobernar la lista más votada. Para noviembre veremos si mantiene esa misma tesis cuando tenga en su mano darle el gobierno al PP o al PSOE. Haga lo que, que se dé por fastidiado Rajoy porque no para Rivera de decir que el futuro no puede ser el actual presidente. Que hablando de futuro, para ser tan moderno y renovador, su referente es un presidente americano de hace cincuenta años, Kennedy, de cuyo repertorio ha elegido la frase más manoseada: lo del no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país. Atención, dirigentes políticos españoles, Kennedy dijo más cosas. Ésta, en concreto, compromete poco. Ésa es la razón de que la hagan suya todos.

Aznar y Rajoy compartieron unas horas en el campus de la FAES sin necesidad de ponerles un ring ni usar protector dental para no salir de allí con los piños rotos. Hay una fotografía hoy de Javi Martínez en la prensa…que se ve a Rajoy, más alto que Aznar y con el dedo levantado, como si le amonestara, y Aznar, más pequeño, a su vera, como apartándose por si le arrea. Esto, si quieren interpretarla en clave de bronca, porque la misma imagen sirve para pensar que Rajoy se está arrancando por soleares mientras Aznar le toca las palmas.

Caramustio, caramustio,

mira que estás escocío,

porque yo sigo mandando

y tú no tienes partío.

Aznar con cara de “ole ole, Mariano, lo que tú digas”. Ole, Mariano, pero el portamaletas de Pedro Sánchez sigue haciendo camino.

“Portamaletas”, o sea, maletero. El que le lleva las maletas a otro. Con todo despectivo lo dijo Rajoy ayer al atiza a Pedro Sánchez.

Rajoy habla ya de Sánchez en el mismo tono en que Aznar hablaba en 2004 de Zapatero el pancartero. Endurece el tono el presidente sobre el líder socialista al tiempo que lo suaviza tanto tanto sobre Albert Rivera que prefiere no decir nada de él. Rivera tiene bula para populares y socialistas.