EN MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Sólo desde la igualdad de oportunidades cabe celebrar nuestra diversidad"

¿Cómo están? Bienvenidos a una nueva mañana de radio. Del 08 marzo de 2018. No hace falta que se lo diga. Este año es imposible que se le haya pasado a usted por alto.

Carlos Alsina

Madrid | 08.03.2018 08:12

Ocho de marzo. Día de la Mujer. Que en tiempos se llamaba “de la mujer trabajadora” y que este año, en España, se llama “dia de la huelga de mujeres”. Esta iniciativa, convocatoria (no sólo laboral, pero también laboral), que anima a las mujeres a darle una vuelta a los motivos del llamamiento a la huelga y resolver, en coherencia con lo que piense cada una, lo que sienta, o lo que pueda, qué hace y qué no hace hoy.

Ha llegado el día del que tanto hemos hablado los medios, los partidos, las organizaciones sociales de todo tipo —hasta los obispos, oiga— y como ocurre con toda convocatoria, veremos a lo largo del día cuánto se percibe en las actividades cotidianas. Al ser una huelga general, pero a la que está convocada sólo la mitad de la población trabajadora, es probable que más que datos precisos, en estas primeras horas de la mañana lo que tengamos sean impresiones. Sensaciones. Una cosa si quieren ustedes menos científica y más de palpar qué está pasando ahí fuera.

Ya comentamos que, al margen de lo que suceda hoy, el primer objetivo de esta convocatoria se consiguió antes de este 8 de marzo: la difusión, la notoriedad y el estímulo de la información y el debate al respecto de la desigualdad de oportunidades.

Durante el día iremos viendo qué se nota en los centros de trabajo, qué nos cuentan ustedes mismos (ustedes mismas) de lo que sucede a su alrededor, y en su casa. Luego, ya a la tarde, hay manifestaciones en un montón de ciudades que se presumen multitudinarias. El lema “Paramos para cambiarlo todo”. El objetivo: reflejar ahí, en la movilización en la calle, concentrar ahí todas estas reivindicaciones que venimos comentando en los últimos días.

¿Y en la política, qué? Pues hoy las mujeres políticas que se suman a la huelga (no son asalariadas ni tienen contrato laboral) lo que han hecho es vaciar su agenda. Ni reuniones, ni intervenciones, ni nada. En el Congreso y el Senado no hay, de hecho, actividad parlamentaria.

El PP y Ciudadanos, que no comparten el instrumento elegido para la protesta (la huelga) celebrarán actos en defensa de la igualdad. La ministra de Igualdad, Montserrat, estará en Logroño en una convención organizada por su partido.

No ha conseguido desmentir el gobierno esta impresión de que no le ha dado ni media vuelta en serio a todo este asunto de la huelga. Salió en tromba a desacreditar, combatir, la convocatoria y ha ido plegando velas discretamente pero sin rumbo.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias estarán en la manifestación de esta tarde en Madrid. Porque a la manifestación sí están convocados también los hombres.

A Sánchez, por cierto, le ha dado Felipe González el disgusto (o igual no tanto) de boicotearle la Escuela de Buen Gobierno que tiene anunciada para la semana que viene. Le habían reservado a Felipe una masterclass (esto ahora se lleva mucho, la masterclass) para el sábado 17 pero mira tú por dónde que ayer revisó su agenda y descubrió que tiene comprometido ya ese día. Y el anterior y el siguiente. Un viaje a Portugal. “Mira, Pedro, que tenía este viaje aquí reservado, chico, no voy a poder acudir”. Hablaron por teléfono ayer por la tarde y Sánchez recibió la dolorosísima noticia de que este pope también le boicotea la Escuela. Bueno, la Escuela, las convivencias que anunció Pedro para dejar atrás la guerra fratricida y mostrar a la militancia, y a la opinión pública, que son capaces de estar juntos Felipe, Rubalcaba, Zapatero, él, Javier Fernández sin matarse. O sin que todos los demás le maten a él.

Hombre, siempre podrá decir Sánchez que él lo intentó y los demás le hicieron la peineta. Dos no se reconcilian si uno no quiere. Y cuatro ni te cuento. Sobre todo si acabas de prejubilar a Elena Valenciano, de la familia Rubalcaba. ¿Perjudica mucho a Sánchez que sus antecesores (todos ellos hicieron campaña por Susana) le dén la espalda, o le puede venir bien esta imagen de joven emancipado de sus mayores? En el entorno del secretario general están más por lo segundo que por lo primero. Pero claro, es su entorno. Todavía veremos a Sánchez parafraseando a Fraga, ¿se acuerdan?, “ni tutelas ni tutías”. No, no se acuerdan porque son ustedes muy jóvenes y están más preocupados por otras cosas.

Del serial hoy les cuento poco porque se ha quedado la trama en modo pausa a la espera de que el juez Llarena diga si permite a Jordi Sánchez ir al Parlament el lunes o si va a ser que no.

El juez ha dado cinco días a las partes para decir qué les parece. Es decir, que hasta el mismo lunes puede que no responda. Ahí está Junts per Cataluña intentando que se pronuncie antes, pero con poca probabilidad de conseguirlo.

Y ya está. Que el entusiasmo de Esquerra por investir al Jordi está a la vista y que siguen pasando los días sin que el nuevo gobierno catalán venga al mundo. Ya contamos ayer que la posibilidad de que haya otra vez elecciones empieza a ser contemplada —ahora sí— en Barcelona y en el Palacio de la Moncloa.

El miércoles le tocó sufrir la ira popular del frente independentista —y no sólo— al empresario catalán (de origen alemán) que le dicho a Torrent a la cara que, en su opinión, merece la cárcel. Karl Jacobi, un alemán afincado en Cataluña desde 1984. ¡Treinta y cuatro años, oiga! Más de la mitad de su vida. Un extranjero al que le gusta España, se queda aquí y monta una empresa española. Treinta y cuatro años después le dice en público al presidente de un Parlamento lo que opina sobre quienes han intentado tumbar la Constitución. Y hay quien le llama nazi —qué pereza— y hay quien le describe como “represente del poder económico de Alemania en un país del sur de Europa” y le acusa de injerencia. Injerencia. ¡A un ciudadano que ya vivía aquí antes de que Felipe hiciera el referéndum de la OTAN!

Hay quien lleva muy mal que los nacidos fuera opinen sobre lo que pasa en el país en el que viven y cuyos impuestos pagan religiosamente. Tanto defender la libertad de expresión, y ahora quieren regateársela a un señor porque ha nacido en Alemania. Ay la germanofobia. La próxima vez, Jacobi, escriba usted una canción y hágase rapero.