EN MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Sánchez no estaba muerto, estaba de parranda"

Les digo una cosa. Quién fuera Benja. Que el Madrid te meta siete goles pero que tú consigas meterle uno. Salvando la honra de la Cutural Leonesa.

Madrid | 27.10.2016 08:13

Quién fuera Benja, eh Pedro. Más que pírrica es póstuma. La victoria de Pedro Sánchez sobre Mariano Rajoy. Ahora que al presidente le cae —diez meses después, y como fruta madura— la reválida en el cargo que Sánchez intentó que no tuviera, y ahora que Sánchez ha sido descabalgado por sus adversarios internos en el PSOE, la victoria póstuma, y pequeñita, que ha conseguido apuntarse es la atención mediática aquí, en el Palacio del Congreso.

Aquí ya se sabe lo que va a pasar hoy y lo que va a pasar el próximo sábado. Hoy pierde Rajoy la votación al cabo de un día en el que todos los portavoces que van a ir subiendo a la tribuna —-quitando a Rivera, Oramas y Rafael Hernando— describirán al presidente como la peor de las plagas bíblicas que ha sufrido nunca España. Rivera evitará poner esta vez cara de colonoscopia cuando anuncie que le apoya y Hernando (el del PSOE) y Pablo Iglesias darán por inagurado el torneo de boxeo tailandés que van a disputar ambos lo que queda de legislatura (ahí valen tanto los golpes con las manos como con las piernas).

El sábado también se sabe lo que pasará aquí. Rajoy gana y gobierna. Tendrá sus 170 síes y sus 115-120 noes, dependiendo de cuántos diputados socialistas se le subleven al asturiano. Y precisamente por eso, porque lo principal ya es sobradamente conocido —Rajoy sigue— el entretenimiento de diputados y periodistas son la conjetura y las quinielas. Las especulaciones múltiples sobre qué tiene en su cabeza Pedro-destronado-Sánchez y a quiénes tiene en se cabeza Mariano-coronado-Rajoy.

Porque podría ocurrir, podría, que Sánchez fuera el único de los 350 diputados que votara solo una vez. Que hoy dijera no es no y se acabó. Su último voto. Cobra fuerza el runrún. Que según García era antesala de la noticia aunque a veces también es antesala del desmentido. El runrún dice que una señora llamada Carlota Merchán anda calentando en la banda por si le toca saltar al césped la semana que viene. Iba de numero ocho en la lista socialista de Madrid. Y sacaron siete. Si alguno de los siete renunciara a seguir como diputado, Carlota podría venirse a trabajar a este edificio en el que hoy estamos.

Sánchez sopesa anunciar el sábado su renuncia al escaño. Se evita elegir entre la disciplina de grupo y la disciplina consigo mismo. Deja de ser diputado justo antes de la última votación y siempre podrá decir que lo último que votó fue no. Y por siempre no. Y empezar a edificar sobre esa última renuncia —sobre esta piedra, Pétreo, edificaré mi campaña— su candidatura a la secretaría general del partido. El retorno a lo Terminator.

El sábado veremos a Sánchez en los telediaros y el domingo le volveremos a ver en la televisión. No estaba muerto, que estaba de parranda.

La conjetura sobre Sánchez y las quinielas sobre quiénes están a punto de ser ministros. Rajoy ya lo sabe. Pero sólo lo sabe él. Hay ministros que a estas alturas se temen lo peor —la llamada para agredecerles los servicios prestados— y hay aspirantes con ínfulas que ya estan estrenando en casa la promesa del cargo. Los más viejos del lugar asisten al quinielismo en la distancia. A Jesús Posada, ex presidente de esta casa, le preguntó ayer Cristina Pardo si prevé continuidad o sorpresa.

Cospedal. La fija en las quinielas es Cospedal. Aunque si la renovación consiste en Cospedal…hombre, es verdad que no era ministra, pero un valor por descubrir tampoco parece que sea.

El discurso que hizo ayer Rajoy sonó, naturalmente, a cosa conocida. Lo es. Una versión abreviada del que ya se le escuchó en agosto. Y la mayor virtud, en el de ayer fue precisamente que abreviara.

Agarró Rajoy el discurso de entonces y lo bañó en plantas aromáticas. Diáologo, negociación, acuerdo. Aromas agradables.

La música decía acuerdos (pensiones, empleo, financiación autonómica) pero la letra incluía un par de mensajes en clave: el primero, que en lo que más se va a resistir a cambiar cosas al nuevo gobierno es en politica económica (Rajoy sigue pensando que su gran mérito es haber acertado e las recetas); y el segundo, que más le vale al PSOE que haya un gobierno estable porque si no puede encontrarse con unas elecciones generales cuando peor le vengan. Esto, en idioma de falsa diplomacia, se dice de esta otra manera:

Aviso a quien quiera entenderlo: el botón de convocar elecciones, de ahora en adelante, lo vuelve a tener el presidente.

A Odón Elorza, por cierto, diputado socialista que ha perdido la esperanza del gobierno que él quería, con Podemos, le preguntaron ayer cómo había visto a Rajoy.

Es reconfortante, ¿verdad?, cuando raya tan alto la oratoria parlamentaria no hay por qué seguir añorando a Castelar.