EN MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Sánchez, destronado, va a intentar el desquite"

Ya va llegando. Todo va llegando.El cambio de hora. La noche de Halloween. La fiesta de todos los santos. El anuncio de Pedro Sánchez. Qué será será.

Madrid | 28.10.2016 08:11

Todo va llegando. Va llegando.Los ministros difuntos. El presidente resucitado. Y la votación que por fin, a la cuarta, ganará en la noche del sábado.

De lo que más hablamos hoy en los medios es de la parte más entretenida de este debate de ayer, singularmente:

• el combate Rajoy-Iglesias —que gran pareja artística ha alumbrado esta nueva etapa política—;

• y las bronco-clases-magistrales que se marca el líder de Podemos cada vez que sube a la tribuna a exhibir sus lecturas y reprochar a los diputados que no son de su cuerda (y a la prensa crítica con él) que se resistan a entender que la Historia debe ser escrita tal como él la cuenta. Hasta ahora en España —cuarenta años de monarquía parlamentaria— la gente votaba a dos partidos porque el sistema no permitía que hubiera otros, y porque la gente era presa del miedo a los poderosos, los bancos y las empresas del Ibex, pero ahora por fin la gente ha perdido el miedo y ha permitido que entre en el Congreso la única representación del pueblo verdadero: Pablo Iglesias.

Histórica dijo que era la sesión de ayer. No porque vaya a investirse presidente a quien por tres veces ganó las elecciones generales --–esto más que histórico es rutina, siempre fue así— sino porque la nueva aritmética parlamentaria ---en la versión del revisionista Iglesias— ha conseguido arrinconar a los partidos que quieren que nada cambie (PP, PSOE, Ciudadanos, quizá habría que meter a Coalición Canaria). Arrinconados los cuatro (la cuádruple alianza, no se olvide de los canarios, Pablo, o la quíntuple, que también están los del Foro Asturiano; o la séxtuple, que está UPN: al final hay más marcas ahí que en el mismísimo Podemos), arrinconados todos a un lado del ring por el partido de la gente --¡viva la gente!-- (Podemos, En Comú, Compromís, Mareas) en armonía con los nacionalismos, los independentismos y los demás ismos que reflejan la pluralidad de naciones que constituyen España. Cuarenta años ha tardado en despertarse la gente —porque son ustedes muy de remolonear—, pero al fin, despierta, ha superado su miedo, gracias al impulso valiente de un hijo del sistema, el apóstol Pablo.

Se callen, coño. La notoriedad, ayer, se la ganó a pulso. Elevando el tono y engruesando el verbo. Desdeñando a Rivera, que no es profesor de políticas ni alcanza a comprender las más profundas implicaciones de Juego de tronos, y negándole a Hernando, el del PSOE, el certificado de calidad de la izquierda verdadera. Esto es lo que queda hoy del debate de ayer. Con el tiempo, sin embargo, así que pasen diez años, miraremos atrás y nos sucederán tres cosas:

• Una, que nos costará creer que de verdad estuvimos diez meses escuchando cómo cuatro líderes políticos le daban vueltas a la cuenta de la vieja para acabar invistiendo presidente, dos elecciones y seis votaciones después, a quien había ganado de largo las elecciones.

• Dos, que nos preguntaremos quién era ese señor de barba y gafas de montura azul que hablaba en nombre del PSOE y por qué no tomó la palabra el líder. Ah, nos diremos, porque no había líder. Estábamos en el tiempo muerto entre la defenestración del líder de antes —Sánchez— y la llegada del líder nuevo, que igual también acaba siendo Sánchez. (Sánchez el que no aplaude).

• Y tres, y esto será lo principal, que sabremos, ya para entonces, si éste fue el debate parlamentario en el que el Partido Socialista (130 años de historia) empezó a cavar su tumba definitiva o inició, por el contrario, la reconstrucción de su identidad perdida. Lo relevante del debate de ayer, por más que fuera la parte menos vibrante, fue el calvario de un portavoz llamado Hernando (el del PSOE) obligado a justificar el viraje sin admitir que incurrieran hace meses en error alguno. Hubiera sido más fácil decir nos equivocamos y estamos rectificando el error. Pero eligió la vía imposible: pretender que al cabo de una sucesión interminable de aciertos y más aciertos, han acabado haciendo justo aquello que consideraban implanteable. El tiempo demostrará que estábamos en lo cierto.

El tiempo. ¿Cuánto tiempo?

El problema mayor al que se enfrenta el PSOE es que acaba de aparcar la negación de su adversario como programa político —la esencia de su proyecto ya no es que no gobierne Rajoy, sino volver a gobernar ellos algún día— pero aún no sabe por cuánto tiempo podrá mantener esa postura. No porque lo que haga Rajoy o por lo que suceda en el Parlamento, sino por lo que pase en su próximo Congreso Federal, el del partido. Sánchez ha sido destronado, neutralizado orgánicamente, pero sigue vivo y con parroquia. Con parroquia y con ambiciones. El desquite. Sánchez lo va a intentar. Y si gana, esto que se ahora se ve como el final del paréntesis titubeante que supuso el sanchismo pasará a ser visto como un paréntesis (corto) entre Sánchez y otra vez Sánchez, entre el no es no y el no vuelve a ser no.

Antonio Hernando hizo lo que pudo para persuadir a sus votantes de que ha empezado un nuevo camino. Pero mientras no esté resuelto el nuevo liderazgo socialista no habrá terminado del todo el camino de antes.

En ausencia de líder del PSOE, Pablo Iglesias no encuentra obstáculos para lucir como tribuno del pueblo y ariete contra lo que él machaconamente llama alianza de PP-PSOE-y-Ciudadanos. Y que Rajoy le tiene cogida la medida al secretario general de Podemos, a cuya intensidad ligeramente sobreactuada y su empeño en dar lecciones de historia, de política, de moral, a todas sus señorías responde con la sorna.

Lo de Rafa Hernando es otro estilo, claro. A él le corresponde sacar el bulldozer y el lanzador de cohetes. Para responder con fuego a los zambombazos que Iglesias le había soltado antes al grupo popular. Se apostó en la tribuna, se puso el casco, y zapatiesta.

Tampoco le den más relevancia de la que tiene (que es poca) a este enganchón parlamentario. Al líder de Podemos lo que de verdad le molestó fue que la presidenta del Congreso, habiendo habido una alusión tan clara en boca de Hernando, no le permitiera darle réplica desde su escaño. Lo otro, que el portavoz popular le diera cera, lo tenía descontado. Escuchen lo que anoche reveló Rafael Hernando en La Brújula.

Que no le diera mucho. No se equivoquen. A Iglesias le cae bien este hombre. Y viceversa.