OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Matas: confeso pero no arrepentido"

La palabra del día es "confesión". La confesión, interesada, naturalmente. De alguien que lo fue todo en la política balear. Ex presidente autonómico y ex ministro. Jaume Matas.

Carlos Alsina

Madrid | 13.09.2016 08:00

Ahora sí que sí, ha pactado con la fiscalía declararse culpable para asegurarse que no vuelve a prisión. Asume la mayoría de los delitos que se le imputan a cambio de que la fiscalía pida penas que no supongan su encarcelamiento. Lo cuenta el diario 'El Mundo' esta mañana: el remate de la negociación que ha durado casi dos años y que han llevado el fiscal Horrach y el abogado Zaforteza. Lo que en febrero fue un amago, en septiembre es un compromiso firme. Ahora sí, Matas acepta su responsabilidad en una de la mayor adjudicación urbanística de su mandato: el hospital público Son Espases. La manipulación del concurso que la fiscalía describió en su día como "maniobra criminal bajo la falsa apariencia de pulcritud". Y que aparte de incriminar a Matas salpica a la dirección del PP, año 2003, a quien señala el confeso como urdidora de la manipulación: a él le entregaron en Génova un sobre con las condiciones del concurso, prefabricadas para que lo ganara OHL en contraprestación a las donaciones generosas que hacía, para el partido, Villar Mir.

Jaume Matas confeso pero no arrepentido. Arrepentidos en España no tenemos. Como escribe en el libro que hoy presenta en este programa el juez Grande Marlaska, "cuando un corrupto facilita datos que incriminan a otros corruptos es porque las pruebas en su contra ya son abrumadoras y para obtener beneficios penales".

El caso Matas es el primer fantasma que regresa del pasado para zarandear el otoño político del PP. Casos de corrupción que afectan a antiguos cargos populares y que vuelven a las primeras páginas porque llegan a juicio. El otoño caliente que, si nada cambia, precede a un invierno electoral en el que Rajoy volverá a ganar las elecciones. Es posible que con mayor ventaja.

En nueve horas empieza el encierro. Son siete toros y un solo corredor. Que es ministro. Luis de Guindos. El encierro parlamentario. Que empieza y termina en Soria. El superministro de Economía, Energía e Industria en su papel de pararrayos. El expediente Soria se lo come él solo: la versión oficial sostiene que el presidente Rajoy ni siquiera fue consultado. De Guindos, oficial disciplinado, hoy la hará suya en el afán, estéril, de que la salpicadura del charco no le manche al jefe los zapatos.

Al final hay comparecencia del gobierno. Al gusto del gobierno. En el formato reducido que es el más cómodo para el ministro. Con aforo reducido. Sin bancadas de diputados haciéndose ruido. Sin líderes de los otros grupos. Y con varios temas sobre la mesa. Control de daños. Que

Este formato es el tradicional para la comparecencia de un ministro, nadie se lo discute. Los ministros va a la comisión correspondiente a dar cuenta de su gestión. Bien es verdad que a la vez, y en circunstancias normales, responden a las preguntas de la oposición en la sesión de control en el Hemiciclo. Ahora estamos en circunstancias anómalas —nueve meses de gobierno en funciones— y por eso la oposición entiende (o eso dice) que el foro adecuado para interpelar a un ministro es el pleno del Congreso.

PSOE, Podemos, Ciudadanos reclamaron ese formato. Aquí nadie se chupa el dedo: en el Hemiciclo todo suena más alto, los aplausos, sí, pero sobre todo los abucheos. El PP dijo que verdes las han segao y que siguieran soñando. Y aunque la presidenta del Congreso fingió que se haría lo que la mayoría estaba pidiendo, siempre supo que un pleno sobre el caso Soria nunca se produciría. Mientras con la boca pequeña anunciaba que convocaría ese pleno en su cabeza tenía que no se celebraría. Ayer se lo volvieron a preguntar los periodistas: ¿con el pleno que iba usted a convocar entonces qué pasa? Y ella dio la respuesta truco: estoy esperando a que el gobierno me comunique la disponibilidad.

Que es la forma de decir lo que en términos ferroviarios sería "culo de saco", ese tren ha entrado en vía muerta. Sonreía la señora Pastor al decir lo de la disponibilidad. Sabiendo que nadie va a creerse —y ella tampoco lo espera— que esta jugada no haya sido pactada con el gobierno.

Está pactada, sí, desde el jueves: tú dí que vas a convocar un pleno, que la fecha depende de que el gobierno esté listo para comparecer y luego ya salimos nosotros a decir que no estaremos listos nunca porque este Parlamento no es quien para llevarnos al albero del hemiciclo. La convocatoria de pleno queda ahí flotando en el espacio y hasta que se pudra. Cuanta audacia.

Al fondo vuelve a estar el pulso que ya vivimos la legislatura anterior. Un parlamento que se siente legitimado para controlar al gobierno y un gobierno que, declarándose interino, rehúye ese control porque no le reconoce esa potestad al Parlamento. Sólo que en la legislatura anterior el presidente del Congreso era de un partido de la oposición y en ésta es del partido del gobierno. Lo que entonces llegó a choque institucional y consulta al Constitucional, en ésta no será más que un golpe de viento.

Rajoy está en lo que está: háganme de una vez presidente y luego ya me controlan ustedes cuanto quieran.