OPINIÓN

Monólogo de Alsina: Las cuentas de la lechera del PSOE

Les voy a contar un cuento que a lo mejor alguno de ustedes ya conoce. O algún niño que ya esté despierto. Érase una vez una lechera que llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y mientras caminaba iba pensando: "Esta leche dará mucha nata, con ella haré mantequilla, la venderé en el mercado, conseguiré dinero, compraré pollitos, crecerá mi granja, ganaré más dinero, me compraré un vestido rojo, iré al baile y cuando el hijo del molinero me diga zalamero que si le concedo este baile yo le diré que no. Que no y que no".

Carlos Alsina

Madrid | 28.09.2016 08:12

Y mientras lo decía, la lechera, sin querer, meneó la cabeza, el cubo empezó a tambalearse y terminó por caérsele encima poniendo a la pobre lechera de leche derramada hasta las orejas.

Cuentos. En casa PSOE los de Pedro y los contra-Pedro andan echando cuentas y contando cuentos. Las cuentas de la Ejecutiva federal –cuántos están por dimitir ya, cuántos dudan---, las cuentas del Comité Federal —cuántos conmigo, cuántos contra mí— y el cuento de lo que va a suceder una vez que la otra parte pierda. Alabada sea la lechera.

Los de Pétreo recitan sus estrofas con la soltura que da habérselas cantado al oído a decenas de periodistas estos días. Ganaremos, por supuesto, la votación del Comité Federal; ganaremos, por supuesto, las primarias a secretario general; Pedro, revitalizado y mineralizado alcanzará, por supuesto, un acuerdo con Ciudadanos y Podemos y habitará la Moncloa con terceras elecciones o sin ellas. ¿Entonces no dimitirá? Claro que no, ¿por que iba a dimitir si es un winner, un ganador claro? No y no.

¡Cuidado, no muevas la cabeza que el cántaro se tambalea!

Los contra-Pedro van contando a la vez su propio cuento. De esta semana no pasa. Encontraremos la manera. Neutralizaremos al líder tóxico, encauzaremos el partido y volveremos a ser una formación de gobierno. ¿Con Susana? Ya veremos. ¿Gobernará Rajoy? Ya lo sabremos. ¿Será hoy cuando den el golpe, será hoy? Puede que sí, puede que no, permaneced atentos. ¿Pero seguro que ganarán el pulso? Hombre, por dios, claro que sí. No nos pregunten cómo que aún no hemos puesto el huevo. Cómo íbamos a plantear un pulso si no tuviéramos la seguridad de ganarlo. En qué cabeza cabe. Y al tocarse la cabeza, ¡otra vez el cántaro, cuidado, que se tamblalea!

Ambas partes van contando que las cuentas están echas. Que uno sólo va a la guerra si la sabe ganada. Lo mismo dijo Bush cuando aquello de la "misión cumplida".

Y en el PP han adoptado, también ellos, a la lechera de érase una vez. Llegará la giganta Susana…

se comerá con patatas al pequeño Pedrito, masticará sus huesitos, se relamerá de gusto, mandará abstenerse en el Congreso y Rajoy podrá seguir gobernando quince o veinte años años mientras Feijoo envejece en Monte Pío y queda fuera de juego.

Cuentos, cuentos, cuentos. Castillos en el aire mientras no estén claras las cuentas. La mitad de la ejecutiva del PSOE está dispuesta a dimitir antes del sábado. Pero hace falta que dimita la mitad más uno para que todos los planes de Sánchez queden abortados. En el comité federal hay más de trescientos integrantes, pero muchos de ellos ofrecen tantas dudas sobre qué acabarían votando que nadie sabe si acabaría habiendo moción de censura a Sánchez o congreso extraordinario.

Lo nuevo en la azarosa vida interna —y guerracivilista— del segundo partido de España es van perdiendo el miedo a hablar los muditos. El famoso sector crítico, que resulta que son varios sectores unidos sólo en la alergia que les produce Sánchez, se animan a ir diciendo cosas. Como que hay que pensar antes en España que en el partido.

O que no es el momento de convocar ni plebiscitos ni congresos. En el grupo parlamentario socialista, foro en el que es tradición que el 99 % de los diputados no abra el pico, ayer se escuchó la voz de 15. Diez contra Pedro y cinco a favor. Los pedristas dicen que prefirieron no hablar mucho para no abusar. Porque son mayoría.

Cuentan las crónicas que uno de los que habló fue Barreda, el ex barón manchego. Para abogar claramente por abstenerse en la investidura de Rajoy, si otra vez llega.

Y tendría su aquel que diga Barreda dijera que hay que abstenerse. Tendría su aquel porque miren lo que sucedió hace menos de un mes en el Parlamento.

Si cree que hay que abstenerse, ya tuvo la oportunidad de hacerlo. En esto hay que darle la razón a Sánchez. Quienes en el grupo socialista opinen que hay que dejar que gobierne el que más diputados tiene, que actúen en consecuencia. Aquí lo que nadie quiere es llevar hasta sus últimas consecuencias la coherencia entre lo que defiende que hay que hacer y lo que hace. A Fernández Vara ya le escucharon aquí cuando le pregunté si él se habría abstenido.

Lo que diga el partido. Todos a una, diluyendo la responsabilidad personal en el grupo y convirtiendo a cada diputado en lo que constitucionalmente no es: un 'mandao' de la dirección de su partido, un peón —correa de transmisión— de lo que digan los militantes.

La fuerza de los militantes. Ésa es la baza que tiene a Sánchez seguro de sí mismo (o intentando que parezca que lo está). Si hay plebiscito, lo gana. Más de un crítico está convencido de eso. Por eso el objetivo no es ganarle las primarias. Es impedir que éstas lleguen a ser convocadas.

Se vende coche de alta gama, motos de capricho y un yate para pasear gente por el puerto. Una ganga, señora, caballero. Miren esto que cuenta hoy 'El Confidencial': coche de altas prestaciones con nevera en los asientos traseros que le costó a la diputación de Valencia 163.000 boniatos. Hoy sale a subasta por 12.000 euros. Seis Harley Davidson que compró el Ayuntamiento para escoltar al Papa en 2006 y que ahora sólo sirven para escoltar a los reyes magos. Ochenta mil euros costaron. El Ayuntamiento escucha ofertas. Cinco Audis que compraron Zaplana y Camps y que, si no aparecen compradores, acabarán en el desguace. Como dice la información, cada época tiene sus símbolos y éstos podrían ser los símbolos del despilfarro. Las administraciones públicas intentan, con poca confianza, sacar todavía algún dinero por estos caros trastos viejos.