OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El cabreo en el partido de May sólo se puede calmar con su dimisión"

Comienza el día esperando la dimisión de Theresa May, que vamos a ver si se produce a las 11 de la mañana. La primera ministra se ha pegado un tortazo mayúsculo. Adelantó las elecciones generales con el ánimo de aumentar su mayoría y lo que ha hecho es estrellarse.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 09.06.2017 08:11

Theresa May se ha hecho un Artur Mas. Jeremy Corbyn, líder improbable, se afianza como referencia del centro izquierda.

• El Partido Conservador cosecha la más agria de las victorias. Gana en escaños, pero dejándose … por el camino. Convocar elecciones anticipadas con idea de aumentar tu numero de escaños para conseguir sólo recortarlo no parece un éxito político. Hasta ahora la señora May tenía la mayoría absoluta que heredó de Cameron. Desde ahora no la tiene. Pésima jugada, señora-

• La izquierda resucita. No lo bastante para disputarle la victoria al Partido Conservador pero sí para coquetear con la posibilidad de formar gobierno previa alianza múltiple con los pezqueñines de la cámara.

• El Bréxit ganó en las urnas de hace un año pero no parece que haya ganado en éstas de ayer.

Unos ganan, otros pierden. En España ha perdido Montoro. El pulso legal que le planteó la oposición por su amnistía fiscal de 2012.

Recién llegado al gobierno el señor Rajoy y recién aupado a la condición de ministro aquel Montoro que había hecho de perro mordedor contra el gobierno Zapatero, tomó el nuevo ejecutivo dos medidas que provocaron un huracán de críticas. La primera, subir los impuestos después de haber prometido bajarlos. La segunda, aprobar una amnistía fiscal. Perdonar a quienes confesaran su patrimonio oculto una parte sustancial de lo que les habría correspondido pagar. Para ambas medidas alegó el gobierno la misma causa: se había encontrado un déficit público tan enorme, y tan imprevisto —vaya por dios— que no le quedaba otra que tomas decisiones impopulares. Para la amnistía añadió algo más: que se trataba de elegir entre no recaudar ni un euro de los evasores que habían escapado al radar del fisco o recaudar al menos un poco, rebajándoles el tipo a cambio que de afloraran.

Como ocurre con los fantasmas del pasado, a Montoro lo acompaña para siempre la duda sobre cualquier promesa que haga —su palabra se devaluó del todo en 2012— y se le ha aparecido ahora el Tribunal Constitucional para decretar que su amnistía fue ilegal y que sus argumentos fueron insostenibles. Ambas cosas dice la sentencia de ayer: que el gobierno no estaba legitimado para utilizar la vía del decreto para modificar el sistema tributario, y que el gobierno no puede abdicar de su obligación de tratar a todos por igual, es decir, no puede vulnerar la justicia tributaria. Tampoco usando el incremento de los ingresos como pretexto. O sea, justo esto que hizo Montoro.

Que cinco años después el vice Montoro, secretario de Estado Noya, interprete que el Tribunal está avalando la amnistía y censurando tan solo el método utilizado, el decreto ley, es una broma que sólo cabe tomarse como tal, a la manera en que bromea siempre su jefe, el ministro: retorciendo la verdad a ver si cuela. ¿Cómo era aquello que decía Montoro a quienes cuestionabal su amnistia fiscal en 2012?

Como dice el presidente Rajoy cuando habla de Puigdemont, los gobernantes han de cumplir las normas y adecuar a ellas los objetivos que persigan, no al revés. Aspirar a la independencia no es inconstitucional, vulnerar la soberanía del pueblo español sí lo es. Aspirar a recaudar más no es insconstitucional, vulnerar la igualdad de los españoles contribuyentes sí lo es. Y cuando te dan un varapalo, es de ley reconocerlo, asumirlo y mostrar, qué menos, propósito de enmienda.