OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Como si no hubiera procés"

Ya saben que estamos felicitando a the queen. Noventa tacos le caen a la reina de Inglaterra, atornillada al trono. Tiene un año más que Fidel, un más que Benedicto XVI, doce más que el rey Juan Carlos y cuarenta más que Corinna, pero ella no abdica. Sobrevivió a Lady Di y está dispuesta a sobrevivir al príncipe George, que sólo tiene dos años y ya se ha hecho a la idea el chaval de que tampoco él heredará a la bisabuela. El pobre Charles, príncipe de Gales a perpetuidad, empezó siendo el principito y ahora ya es el principote. Con perdón.

Carlos Alsina

Madrid | 21.04.2016 07:58

Buen día, por el contrario, este jueves para los aficionados del Barça, que salen a la calle sacando pecho: crisis, qué crisis. Ocho le metió el Barça al Deportivo en Coruña. La humillación en casa. Cómo se dice en gallego “con ocho basta, basta, ¡basta!” Que a punto estuvo de llegar el noveno. Qué noche coruñesa más amarga. El Atlético de Madrid aguanta el pulso y el Madrid salvó la cara ante el Villareal. Quedan cuatro, jornadas. En menos de un mes, esto está ventilao. Aunque aún no se sepa quién va a gobernar.

Una coplilla para animar la crónica política del día:

“Si eres de la CUP en Manresa /

tú estás contra la compresa”. /

Cuánto revuelo por esta iniciativa de los cuperos de Manresa. Han presentado una moción municipal para que el ayuntamiento promueva una buena relación entre cada persona y su propio cuerpo. Que es una pretensión —no se puede negar— encomiable. Lo que pasa es que dentro de ese objetivo tan saludable proponen que se ofrezca información a las chicas (y chicos) de secundaria sobre los métodos alternativos a las compresas y los tampones —las copas menstruales, las esponjas marinas— porque son más baratos y más respetuosos con el medio ambiente. Oye, se trata de informar. Si la CUP cree que la esponja marina es menos agresiva que la Evax Fina tampoco pasa nada porque lo diga. Derecho a decidir cada uno, o cada una, lo que mejor le venga. Para una cosa que propone la CUP y que no es ilegal, y hay que ver el ruido que se ha armado. Con reacciones en twitter muy airadas, incluso groseras, como ésta de una señora: “a mí me va a decir la CUP lo que me tengo que meter…”, etcétera. El derecho a decidir, ya les digo. Conviene llevarse bien con el cuerpo de uno mismo. Incluso con los cuerpos de los demás.

Los cuerpos de Puigdemont y Rajoy convivieron armoniosamente algo más de dos horas en la Moncloa. Todo muy educado y muy cordial, dicen ambas partes. La imágenes muestran que a Rajoy, Puigdemont le ha caído mucho mejor que Pedro Sánchez, por ejemplo. Por no hablar de Esperanza Aguirre. Por no hablar de Aznar. A Rajoy, en realidad, le cae bien mucha gente. Jose Manuel Soria, ministro offshore, sigue siendo su amigo. Se nota porque le llama por su nombre. Aunque no perdiera ni un minuto en intentar disuadirle de presentar su renuncia. Es tan buena gente, dicen sus íntimos, que hasta le cae bien Montoro, que es como el top, ¿no?, más difícil todavía. Montoro no se cae simpático ni a sí mismo.

Sánchez es verdad que se le ha atragantado al presidente. Pero eso se arregle en cuanto Sánchez deje de tener cargo y se haga prejubilado. Rajoy con quienes mejor se entiende es con los ex secretarios generales del PSOE, una vez que dejan de ser, para él, competencia.

Pero vamos, que Puigdemont le cayó bien. Debía de estar comparándole todo el tiempo con Artur Mas y es natural que le pareciera una persona humilde. Como les dijo Puigdemont a los periodistas, “a mí me ha tocado ser presidente en esta situación, pues qué quieren que haga”. Le ha tocado. Sin que él lo hubiera pedido. “Si yo sólo quería ser alcalde de Girona, Mariano”. “Y yo presidente de la Diputación de Pontevedra, Carles”. Debió de ser una conversación fascinante la que ambos compartieron.

Todo muy cordial y muy correcto, dice los publicistas de ambas partes. Hasta le hizo un regalo el primer ministro al president autonómico. Bueno, con cargo al presupuesto del Estado —Rajoy gasta menos en regalos que Puigdemont en peines—. Un facsímil de la segunda parte de El Quijote, aprovechando que Puigdemont no es de los que creen que Cervantes, como Colón y como el archiduque Carlos eran todos catalanes. Arriesgó poco Rajoy, eh. Si hubiera estado torero le habría regalado las obras completas de Boadella. O de Félix de Azúa. Incluso el libro de la CUP que ha sacado Toni Bolaño.

Muy cordial todo, oiga. Para ser Puigdemont el líder independentista que proclamó en el parlamento su intención de pasarse la Constitución por el arco del triunfo, y para ser el presidente del gobierno que compareció en la Moncloa antes incluso de que Puigdemont fuera elegido a avisarle de que no le iba a pasar una, todo fue de una cordialidad máxima. Ni Puigdemont le llamó a Rajoy antidemocrático, catalanófobo o inmovilista, ni Rajoy le llamó a Puigdemont sedicioso, radical o golpista. Todo de una reconfortante cordialidad.

No es tanto que hayan aparcado el asunto de la independencia para poder alcanzar acuerdos en otras cosas, es que el gobierno catalán tiene acallado, en standby, el procés a la espera de ver quién diablos acaba gobernando España. Abiertamente dijo Puigdemont el martes que ellos preferirían un cambio de presidente, les interesa más un Sánchez que un Rajoy. Y ya puestos, les interesa más un Pablo Iglesias autodeterminista que un Pedro Sánchez reservón. Aunque pidan el voto para Francesc Homs, el escudero de Artur Mas que cambió Barcelona por Madrid y ha quedado políticamente diluido. Menos peso que una esponja marina.