OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Ciudadanos le ha enchufado a Cifuentes el respirador artificial"

Ciudadanos le ha enchufado a Cifuentes el respirador artificial. Por la vía de pedir una comisión de investigación. Patada al balón y a enfriar el escenario. Y ahora es Ciudadanos quien sufre la presión de una moción de censura ante la que tiene que retratarse.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 05.04.2018 08:00

Antes de las consideraciones políticas, los hechos.

Que son estos y con estas novedades.

1º • En las 24 horas que han transcurrido desde que El Confidencial informó ayer de que el acta del examen es falsa nadie ha rebatido esa información. Ni la Universidad, ni el director del máster, ni las tres profesores cuyas firmas fueron falseadas. A falta de otra explicación, cabe concluir que se fabricó un acta de mentira porque no existe acta de verdad.

2º • El Confidencial añade hoy que el tribunal examinador nunca existió. No éste, al menos. Las tres profesoras no se reunieron el dos de julio de 2012 para examinar a nadie. Tampoco lo hicieron en otra fecha.

3º • La dos preguntas urgentes que está obligada a responder la universidad son, por tanto, quién decidió el pasado 21 de marzo fabricar un acta falsa y ante quién se examinó entonces Cifuentes en 2012. Porque este tribunal nunca existió pero ella sostiene que examen tuvo: en Vicálvaro y por espacio de quince minutos.

Qué profesores escucharon el resumen de la alumna Cifuentes. Quién rellenó el acta de mentira. Siguiendo instrucciones de quién. Cabe imaginar que la propia Cifuentes habrá pedido ya explicaciones a la universidad por enviarle como bueno un papel falsificado.

4º • La Universidad rey Juan Carlos ha sido incapaz de dar hasta ahora respuesta a estas preguntas tan claras. Es pueril seguir escondiendo la cabecita en el burladero de la investigación interna. Sobre lo que ocurrió en 2012 con la transcripción de las notas a lo mejor es terriblemente trabajoso indagar. Sobre lo que ocurrió hace quince días es coser y cantar. Sólo hace falta, excelentísimo rector, la voluntad de esclarecer de verdad las cosas.

5 º • La presidenta Cifuentes admitió ayer algunas cosas. Que no fue a clase. Que no tuvo que hacer los exámenes a la vez que los demás alumnos porque se acogió a la opción que daba la universidad a los alumnos que estaban trabajando: adaptar el master a sus circunstancias.

Sobre esto la universidad no había dicho hasta ahora tampoco nada, pero si eso fue así —y no hay por qué dudarlo— existirá la dispensa, la autorización correspondiente, en el expediente correspondiente en los archivos de la universidad.

Y 6º • Sobre el trabajo de fin de máster que no aparece, Cifuentes confirma que ella no recuerda si lo conservó —hasta ahora no lo ha encontrado pero le quedan cajas por mirar— y aporta la autorización que ella envió a la universidad para que lo haga público. Esto es interesante, porque la autorización tiene fecha de 27 de marzo y porque estamos a cinco de abril. Es decir, que o bien la universidad tiene un archivo tan pésimamente organizado que le lleva días encontrar el trabajo que presentó un alumno, o es que tampoco ella lo localiza.

El PP hace saber que le convenció plenamente la intervención de Cifuentes porque despejó todas las dudas. Decirlo, lo dicen. Porque Rajoy ha ordenado cierre de filas para disuadir a Ciudadanos de repetir la jugada de Murcia: aquí es o Cifuentes o el PSOE, no hay candidato del PP para relevar a la presidenta.

A todos les incomoda que se recuerde Murcia.

Le incomoda a Cifuentes (y al equipo de Cifuentes) y le incomoda a Ciudadanos.

En efecto, Murcia no es Madrid. Y Cifuentes no es Pedro Antonio Sánchez.

Al equipo de la presidenta le importa mucho que se subraye que Cifuentes no está imputada y Pedro Antonio lo estaba por partida doble. En efecto, es así. Varias veces lo hemos recordado estos días. Aunque también es verdad que cuando lo de Murcia —¿se acuerdan ustedes?— la versión del PP decía que aquellas imputaciones eran irrelevantes, que sólo hubo errores administrativos y que todo era fruto de la cacería que lideraba el PSOE, incapaz de ganar en la urnas lo que pretendía ganar en los tribunales (ay, los argumentarios de los líderes en apuros y de los equipos de los líderes son de fotocopiadora).

En realidad, y a efectos políticos, la diferencia que de verdad pesa es esta otra: que la presidencia de Murcia, y un tal Sánchez, tienen un cierto valor pero no es comparable, ni de lejos, con la presidencia de Madrid y de Cifuentes.

Caza mayor.

Naturalmente que es caza mayor. Por eso el asunto del máster ha alcanzado la dimensión que hoy tiene. Por eso el PSOE y Podemos no van a levantar el pie. Y por eso Ciudadanos no tiene claro que le convenga llevar la presión hasta el final y darle un ultimátum al PP. No vaya a ser que Rajoy se niegue a entregar la pieza y el que tenga un problema sea Rivera.

El segundo nombre propio de la mañana es Falciani. El empleado de un banco suizo que se llevó información confidencial sobre titulares de cuentas bancarias en aquel país (la mayoría de ellos evasores fiscales en sus países de residencia) y que puso esa información a disposición de varios gobiernos europeos. Entre ellos, el nuestro. Los CD de datos de Falciani, que sirvieron a Hacienda para ajustas cuentas con muchos de estos evasores.

Esto que en nuestro país fue celebrado como colaboración para perseguir evasores en Suiza fue considerado no un delito, sino cuatro: espionaje financiero, violación del secreto bancario, del secreto comercial y de datos de los clientes. Cuando en 2013 le cayó la primera acción judicial en Suiza, Falciani hizo lo mismo que los abogados de Puigdemont, ver qué país podía ser el menos favorable a entregarle a la justicia suiza e irse para allá. Falciani escogió España. Con buen ojo porque la Audiencia Nacional rechazó entregarle a Suiza alegando que aquí no consideramos delito lo que en Suiza sí se considera. Como Suiza, además, no es Unión Europea, pues ni euroorden ni gaitas. Falciani se quedó aquí, le dio unas cuantas alegrías a Montoro y tan amigos.

¿Qué ha pasado ahora? Pues que la historia se repite. En Suiza han juzgado y condenado al prófugo (porque para ellos lo es) en rebeldía y han emitido la orden de detención para que se le entregue. La policía ha cumplido la orden internacional, lo ha detenido en Madrid, y ahora le toca a la Audiencia Nacional —como si fuera el tribunal de Schleswig Holstein— decidir si procede o no que se le mande para Suiza.

Por supuesto, cuando ayer fue detenido Falciani media España pensó: guate, aquí hay tomate: esto es que vamos a intercambiar al suizo por Marta Rovira, que es nuestra prófuga allí. Como hasta ahora no le habíamos detenido y ahora sí, pues va a ser por Marta. Siempre es una pena arruinar las teorías conspiratorias pero si ahora le hemos detenido, y antes no, es porque antes ya decidimos que no le entregábamos para ser juzgado y ahora ya ha sido juzgado y condenado y se nos le reclama por segunda vez.

Si la Audiencia decide, por tanto, lo mismo que la otra vez, Falciani seguirá viviendo en España tan a gusto mientras la justicia suiza pone el grito en el cielo porque para ella es un huído que encontró aquí la impunidad.