OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "¿A quién perjudica más que se sepa que la relación entre el gobierno central y el catalán es constante?"

Entonces, ¿hay o no hay? Diálogo secreto. Encuentros en la intimidad donde se habla de Cataluña en castellano.

Madrid | 22.02.2017 07:56

La relación entre el gobierno central y el autonómico catalán ¿es más constante, más fluída y más fructífera de lo que nos están haciendo creer? Y en ese caso, ¿a quién perjudica más que se sepa? ¿A quién le rompe más el discurso oficial?

Les estamos contando esta mañana que, según La Vanguardia, ya hubo una reunión de Puigemont con Rajoy en la Moncloa en enero. Tan discreta tan discreta que en lo único que estuvieron ambos de acuerdo aquel día fue en mantenerla en secreto. Once de enero. Tanto pedir el gobierno catalán estos días que Moncloa ponga de una vez fecha a la reunión, tanto lamentarse el PDECat de que Rajoy no reciba a Puigdemont, y resulta que ya lo había recibido. La semana antes de la Conferencia de Presidentes y para intentar persuadirle de que asistiera.

Del domingo hasta hoy ya saben lo que hemos tenido: terreno embarrado con pistas ciertas y desmentidos falsos. Diciendo que sí pero que no, que hay reuniones al más alto nivel, pero en realidad no las hay, pero que aun no habiéndolas es posible que sí las haya.

El delegado indiscreto que suelta la liebre, el presidente que dice que no hay reuniones pero que a lo mejor sí que las hay, el dirigente socialista Iceta que deja caer que sabe más de lo que dice y sugiere que Puigdemont y Rajoy en realidad ya se han visto.

Albiol desmintiendo que haya habido nada. Catalá amparándose en que nadie sabe de lo que habla.

En estos casos siempre queda la duda de quien sabía y disimulaba y de quién no estaba al tanto de lo que estaba pasando.

Puigemont sí que debe de saber con quién se reúne. Pero el 11 de enero estivo en La Moncloa y el 12 por la mañana le decía esto a Cataluña Radio.

Y sigue el juego de los espejos deformados.

Rajoy va al Senado y dice que ERC está boicoteando cualquier acuerdo entre el gobierno central y el de Cataluña. Esquerra.

Esquerra boicoteando, según Rajoy. La misma Esquerra cuyo líder carismático, Oriol Junqueras, ha sido elevado por el gobierno Rajoy a la categoría de hombre bueno, el sensato rodeado de insensatos, el receptivo con los pies en la tierra. Es normal que ande el personal desconcertado porque la vicepresidenta tiene más relación con Junqueras que con cualquier presidente autonómico pero Rajoy acusa Esquerra de estar boicoteando la operación diálogo.

Es normal que el delegado Millo se haga un lío sobre lo que conviene decir o dejar de decir. Que él vaya de embajador dialogante mientras Albiol le sacude un soplamocos en cuanto la ocasión se le presenta. Quien lo entienda que lo compre.

Al PDECat, que es la antigua Convergencia, lo que le tiene escocido es que Soraya se pase la vida de buen rollo con Junqueras mientras al pobre Puigdemont nadie lo invita a la Moncloa. Artur Mas a la espera de sentencia, Puigdemont a la espera de alguna decisión judicial —la que sea— que le permita poner en marcha la operación referéndum en un clima de indignación independentista, y Junqueras de palique, traje y corbata, con la vicepresidenta.

El premio al desahogo más grosero, a la frivolidad parlamentaria superlativa, se lo ha ganado a pulso una señora que responde al nombre de Mireia Cortés. Senadora de Esquerra Republicana que recurriendo al pisuerguismo más tosco sacó a pasear ayer estas tres letras que a ella debe de parecerle que valen para cualquier cosa: los GAL.

Dice ella: “me refiero a un Gal sin violencia física”. Oiga, señora, el Gal sin violencia física no es el Gal. El Gal fue terrorismo de Estado, sicarios que secuestraban y asesinaban gente con cargo a los fondos reservados. El Gal, una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia democrática. Página de sangre.

Usted, salvo que acabe de venir de Marte, lo sabe. Denuncie usted la actuación del gobierno, de Interior, fabricando dossiers contra líderes independentistas sin banalizar lo que fue aquello, la la bochornosa frivilolidad de convertir el Gal en un comodín, un recurso efectista, para su discurso. Pero usted, senadora, elige decir Gal precisamente porque el Gal fue violencia terrorista.

Por esta imperiosa necesidad que sienten algunos de andar invocando siempre episodios violentos. El terrorismo de Estado, los tanques en la Diagonal aplastando manifestantes, los matones que siempre tiene en la boca Francesc Homs. La irrestible atracción del espantajo violento.

Lo de los Gal lo dice una senadora del partido que hoy gobierna Cataluña. El partido del centradísimo y sensatísimo Oriol Junqueras. El hombre apacible que no dice una palabra más alta que otra pero que tiene a Cortés en el Senado y a Rufián en el Congreso chapoteando a todas horas con los Gal.

El portavoz del gobierno Trump, que es este hombre que las pasa canutas cada vez que comparece ante la prensa, tuvo que rebajar anoche el alcance del nuevo plan de la Casa Blanca para deportar inmigrantes. Diez mil funcionarios nuevos para localizar y detener extranjeros susceptibles de ser expulsados. Sostiene Spicer que la ley ya permitía deportar a todo inmigrante que no tenga papeles, aunque carezca de antecendentes penales, pero que no es ésa la prioridad del gobierno. Sigue siendo, dijo, deportar a los tipos peligrosos, integrantes de bandas y narcotraficantes. No habrá expulsiones ni de jóvenes que entraron en el país siendo menores de edad ni de padres de residentes legales.