DESDE CUBA

Monólogo de Alsina a las 7: "¿Cuántos de los que firman con condolencias renegarán del castrismo cuando caiga?"

Cayó la noche en La Habana. La una de la madrugada, al cabo de un lunes de movilización popular, disciplinada, ordenada, en homenaje al fundador del castrismo. Las colas para que durante todo el día se vieron ante los tres memoriales gemelos instalados en la plaza de la Revolución han sido la antesala de la concentración con la que el gobierno quiere asombrar hoy al mundo. Ya se ha establecido un número de asistentes como mínimo que, se alcance o no se alcance, se dirá que quedó alcanzado. Un millón de habaneros. Como en las manifestaciones que aquí siempre ha organizado con gran éxito, cómo no, el propio gobierno.

Carlos Alsina

Madrid | 29.11.2016 07:12

Los medios de comunicación oficiales —los únicos—- informan por anticipado de cómo será la despedida multitudinaria a quien aquí todo el mundo llama el comandante en jefe y a quien nadie, salvo los opositores, llama (aún) el difunto dictador.

Se agolparon en la peregrinación los más viejos del lugar —seguramente los más emotivos en sus manifestaciones de duelo—, junto a adultos que nacieron ya bajo el régimen de los Castro y no han conocido otro gobernante, adolescentes con sus uniformes escolares y su pañuelos azules al cuello, críos recién salidos de los colegios con sus pañuelos rojos. Y universitarios, los estudiantes movilizados por facultades y entrenados en los salmos de exaltación del fallecido.

Se han borrado de las manifestaciones organizadas de duelo los opositores y las familias de los disidentes. Y se han sumado muchos turistas a los que la muerte de Castro ha sorprendido en La Habana. Ya que estaban aquí, se pusieron ayer a la cola quizá confiando en ver algo más al final de la misma que una fotografía del difunto y un libro en el que poder estampar el compromiso eterno con la revolución. Cuántos de los que ayer han dejado ahí sus firmas estarán renegando de todo esto en cuanto el régimen caiga. Si es que este régimen alguna vez cae, que llevamos cincuenta y siete años con la duda.

Les obsequiaron con unas croquetas ayer en el aeropuerto de La Habana a los pasajeros del primer vuelo de la American Airlines que ha hecho el trayecto Miami-La Habana y que volará a partir de hoy a la isla diariamente.

Trump insiste: si el gobierno de Raúl no pone más de su parte, liquidará el acuerdo con Cuba que firmó Obama. ¿Qué tiene que poner el gobierno de aquí? Pues tampoco es que Trump lo haya especificado todavía mucho, pero se entiende que toda la parte de apertura política que el castrismo no quiere ni mencionar. Eso dijo en campaña en uno de sus mitines en Florida.

Trump no quiere volver a la situación anterior —-o eso dicen sus colaboradores— sino, como siempre, demostrar que Obama era un blando negociando y por eso los enemigos tradicionales se lo acababan camelando. Él, por el contrario, es un zorro (o eso pretende) y obligará a esos enemigos a aceptar condiciones más exigentes. Lo veremos.

Allá en España, donde sigue adelante la negociación (que rápida no parece que esté siendo) entre el PP y Ciudadanos para los Presupuestos de 2017) el PSOE reverdece su alianza con los sindicatos de clase por si éstos se animaran a convocar movilizaciones para meter presión al gobierno (o al parlamento) para cambiar la reforma laboral. Es tradición sindical hacer una huelga general (al menos una) por legislatura. La última fue en 2012 y, aunque sus convocantes presumieron del éxito conseguido, la protesta pasó sin pena ni gloria.

Celebra el PSOE que hayan quedado aparcadas las reválidas, la parte más polémica de la ley de educación del ministro Wert. La reunión del gobierno central con los autonómicos ratificó la decisión de vaciar de contenido las pruebas de conocimiento y convertir la reválidad de segundo de bachillerato en la selectividad de toda la vida. Y el ministro Méndez de Vigo, que anoche estuvo en La Brújula, dice que el pacto de Estado es posible.

El pacto de Estado para la educación, ese mito. El ministro encargó la legislatura anterior un libro de propuestas a José Antonio Marina. Éste incluyó entre ellas la evaluación continua del profesorado y ardió Troya.