Beatriz Ramos Puente | @Ramos_Puente
Madrid | 23.05.2017 06:57
"A los 16 años tenía una cicatriz de 20 centímetros por debajo de mi estómago. Entonces me sentía perfectamente sana y recuerdo estar sentada en la cama del hospital pensando: '¿Qué diablos estoy haciendo aquí? Los cirujanos extirparon sus testículos internos, pero Jeanette ni siquiera sabía que los tenía y ni ellos ni su madre la dijeron nada. Su vida se volvió difícil.
Dice Jeannette que cuando conoció a su futuro marido las relaciones sexuales le resultaban demasiado dolorosas, a veces el dolor la impedía caminar. Su madre la acompañó al hospital pero allí la dijeron: vuelve a casa, las cosas van a mejorar. Dejó a su pareja y no ha vuelto a tener otra, por miedo. Y no fue hasta que cumplió 50 años cuando en una visita rutinaria al médico vio escritas las palabras "feminización testicular" en su historial.
Hablé con mi médico y me dejó todo mi historial para leerlo el tiempo que hiciera falta. Cuando descubrí lo que ocurría, no pude parar de llorar. Desde entonces, cuenta su historia porque cree que puede ayudar a otras personas. "Necesitamos ser aceptados y queridos como somos", dice, "porque el estigma que supone sentirte distinto lo llevamos a cuestas. Nadie merece llevar una vida así. Me habría encantado que alguien me abrazara y me dijera que me quería".