TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Los Polverino, la huella de la Camorra en España

La Camorra, la mafia napolitana, está mucho más cerca de nosotros de lo que podíamos pensar. Los clanes camorristas que puso al descubierto el periodista Roberto Saviano, primero en su libro Gomorra y después en la película del mismo título, miraron hacia España hace años en un primer momento para buscar refugio, pero luego decidieron abrir oficinas y mercado en nuestro país. El clan Polverino fue uno de los más poderosos, y decimos fue porque hace unos días, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco cerraba la instrucción judicial y mandaba a juicio a un buen puñado de mafiosos italianos y a sus colaboradores españoles pertenecientes a este clan. Contaremos cómo cayeron los Polverino.

Manu Marlasca

Madrid | 06.04.2015 19:13

Empezamos por el final, por esa decisión del juez Velasco de enviar a juicio a unos cuantos camorristas… Hace unos días, el juez Eloy Velasco, encargado de esta macroinstrucción, y digo macro por las cifras que te contaré más adelante, proponía juzgar a un total de 43 personas, la mayoría de ellas italianas. Les acusa de distintos delitos: blanqueo de capitales procedentes del tráfico de drogas, pertenencia a organización criminal, revelación de secretos, falsedad en documento, tenencia ilícita de armas… En el mismo auto, el juez recuerda que en la causa hay dos fugitivos, Raffaele Vallefuoco y Giuseppe Ruggiero, y repasa la historia del clan Polverino en España, que comenzó a principios de este siglo y terminó hace un par de años gracias a la operación Laurel VIII, un dispositivo conjunto de la Guardia Civil y los Carabinieri italianos.

Esa operación Laurel VIII estuvo coordinada por la Fiscalía Anticorrupción española y la Fiscalía Antimafia italiana y tuvo varias fases, la última de ellas desarrollada en los primeros días del verano de 2013. Las cifras de la operación marean: 263 cuentas bancarias intervenidas, 136 inmuebles incautados, 69 detenidos en Italia y 30 en España, 30 coches de lujo confiscados… Y unas ganancias para el clan que los investigadores calcularon en 60 millones de euros al año gracias a su negocio principal, el tráfico de hachís. La Guardia Civil estimó que el clan Polverino introducía anualmente en Nápoles en torno a 60.000 kilos de hachís procedente de Marruecos y con escala en España.

La historia de este clan en nuestro país comienza con el siglo, pero ¿quiénes son los Polverino? El clan Polverino tiene su origen en el clan Nuvoletta –la Camorra, a diferencia de la Cosa Nostra siciliana, que se divide en familias, se divide en clanes–. Los Nuvoletta fueron el clan más poderoso de la Camorra, pero sus jefes, los hermanos Angelo, Ciro, Gaetano y Lorenzo Nuvoletta, fueron cayendo en los años 90, detenidos o asesinados, así que como siempre pasa en estos casos, el clan más espabilado tomó el relevo aprovechando la debilidad de los que mandaban hasta entonces. Y el más espabilado fue Giuseppe Polverino, conocido como O Barone, que se hizo con el monopolio del tráfico de hachís entre Marruecos y Nápoles y convirtió a su grupo en uno de los más poderosos de la región napolitana.

Los Polverino establecieron en nuestro país tres ‘paranzas’ o células en distintos lugares: la Costa Dorada (Tarragona), la Costa del Sol y Alicante. Desde esas paranzas se controlaban y se dirigían las operaciones de tráfico de hachís y las operaciones inmobiliarias con las que se blanqueaba el dinero procedente del tráfico de drogas. Otro grupo, dedicado solo a las inversiones en ladrillo, se ubicó en Canarias, pero sus responsables no tuvieron mucha suerte: Giuseppe Felaco murió de cáncer y su hijo Luigi murió acribillado en Nápoles. El mismísimo capo de los Polverino, O Barone, se instaló en España en 2007, huyendo de la presión que tenía en su país.

El hachís era la principal actividad criminal de los Polverino, que en menor medida se dedicaban a las apuestas ilegales, a la extorsión y al negocio de las máquinas tragaperras. Respecto a cómo funcionaba el tráfico de drogas en el seno de la organización, era lo habitual en los clanes mafiosos: mediante un sistema de aportaciones económicas, una especie de crowfunding del crimen. En función de la posición que se ocupe dentro del clan, se invierte más o menos dinero en un alijo de hachís, de tal manera que el capo es siempre el que más dinero pone y el que más beneficios recibe. El resto, invierten hasta cubrir lo necesario para un envío de droga y la ganancia irá en función de su aportación.

España jugaba un papel fundamental en este tráfico de drogas. Las operaciones siempre seguían un esquema similar: los italianos se reunían con los suministradores del hachís y una vez acordada la cantidad del envío, que normalmente rondaba los 1.500 kilos, la organización marroquí se encargaba de llevar la droga hasta una guardería en España, una caleta, un almacén. El hachís llegaba hasta Italia normalmente a bordo de camiones TIR, camuflado entre frutas o verduras. Los camioneros recibían unos 60.000 euros por envío y normalmente el viaje era desde el sur de España hasta los puertos de Alicante, Valencia o Barcelona, desde los que zarpan ferries con destino a Italia.

Los Polverino tenían lo que se llama en el argot de la droga crédito, fiabilidad absoluta con sus socios de Marruecos. No se hacía el pago hasta que la droga llegaba a Italia y se hacía de manera muy peculiar. Un miembro del clan recauda las aportaciones, el crowfunding, y mete el dinero en una maleta cerrada con un candado que se le entrega al mismo camionero que ha hecho el transporte de la droga. El dinero hace el viaje inverso, va desde Italia hasta España y la maleta acaba en manos de un componente del clan que ya tiene la llave de la maleta y que es el encargado de dárselo al suministrador marroquí o al intermediario. Estas operaciones de pago siempre se hacían en España, según las pesquisas de la Guardia Civil.

Tenemos a los Polverino por España, moviendo toneladas de hachís. Estos se estructuraban reproduciendo los esquemas que tenían en Italia. Los que mandan son los miembros directos del clan; en un segundo plano están sus familiares directos, especialmente las mujeres de los camorristas, que tienen un papel fundamental a la hora de ocultarlos, de proporcionarles vehículos, dinero, domicilios; y en tercer lugar están los colaboradores del clan, que en su mayoría son españoles, asentados en las zonas elegidas por los mafiosos para instalarse. Se encargan del alquiler de viviendas, de coches, hacen de conductores….

La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil se cobra su primera pieza de caza mayor en diciembre de 2009, con la detención de Domenico Verde, el máximo responsable de la paranza, del grupo instalado en la Costa Dorada. Su lugarteniente, Francesco Marino, alias Cico, fue detenido al día siguiente en Nápoles. Pero, sobre todo, la cosa se empieza a torcer para los Polverino cuando los Carabinieri ponen en febrero de 2010 a la Guardia Civil sobre la pista de una mujer brasileña llamada Kelen Barbosa Da Silva.

Es la pareja del capo, del jefe, de O Barone, de Giuseppe Polverino. Los agentes de la UCO sabían que esta mujer, de menos de 30 años, les llevaría hasta el jefe. La brasileña residía en un chalé de lujo de El Vendrell en compañía de un niño, que se llama Giuseppe Vicenzo y que resultó ser hijo del capo, Giuseppe Polverino. El chalé servía de punto de encuentro y de refugio para los miembros de la banda desplazados a España, según pudo comprobar la Guardia Civil, que también constató que Kelen era, aparte de amante, testaferro de O Barone. En sus cuentas detectaron ingresos en efectivo sin justificar de más de 300.000 euros y también detectaron que las ausencias del capo en España eran cubiertas por un joven búlgaro con el que Kelen mantenía una relación.

Es decir, esa mujer joven brasileña fue el hilo del que la Guardia Civil tiró para dar con el capo de los Polverino Como suele pasar en muchos casos. Giuseppe Polverino se refugió en España en 2007. Su primer destino fue Tarragona, donde incluso invirtió parte de sus ganancias en la construcción de 25 chalés en Alcanar. En una de esas casas, O Barone se hizo construir un zulo para ocultar armas, dinero o incluso a él mismo en caso de necesitarlo. El capo adoptaba muchas medidas de seguridad a incluso, cuando comprobó que los Carabinieri y la Guardia Civil seguían su rastro por España, se fue desplazando junto a sus hombres de confianza: Giuseppe Polverino vivió en Alicante y en San Vicente de Raspeig. Las mensualidades de los alquileres de las casas en las que vivía eran abonadas en efectivo y si se iban antes de tiempo, entregaban las llaves y renunciaban a la devolución de fianzas… La Guardia Civil incluso intervino una conversación en la que la responsable de una empresa inmobiliaria dice: “no he notado mucho la crisis porque al estar trabajando con ellos todos los meses sueltan pasta”.

La investigación fue muy complicada, porque en 2011, los Polverino salieron de Alicante porque alguien les avisó de que los Carabinieri y la Guardia Civil estaban tras ellos en esa provincia, así que todo el clan se desplazó a Andalucía. La huida del capo acabó en 2012 en Jerez, donde fue detenido. Tras unos pocos meses en prisión, fue entregado a las autoridades italianas.

Esta detención, no supone el final definitivo de las actividades del clan en España, ni mucho menos. Huyendo de esa presión policial, los Polverino se establecieron en Málaga, donde formaron una paranza muy sólida, dirigida por un hombre de confianza de Giuseppe, Fabio Allegro, Allegruccio. Desde prisión, el capo seguía moviendo los hilos de sus organización criminal e incluso delegó en su hija, Palma Polverino, para que se hiciese cargo de los negocios familiares en España y atendiese a la madre de su hijo y al niño que tenía con ella. Con lo que no contaba el capo es con los problemas conyugales que iba a tener Palma y que ayudarían a la desarticulación completa del clan.

La mano derecha de Allegruccio, el responsable de la paranza de Málaga, era Massimiliano D’Aria, un donjuan napolitano emparejado, como su jefe, con una mujer brasileña, Patricia María Dos Santos, con la que tenía un hijo llamado Gennaro. Ambos adoptaban muchas medidas de seguridad en sus desplazamientos por España e Italia y en sus comunicaciones, hasta que la mujer brasileña se enteró de que su príncipe azul picaba muy alto: estaba liado con la hija del capo, Palma Polverino.

El problema fue la cantidad de información que tenía Patricia en su poder. Massimiliano no le puso las cosas fáciles a su ex pareja respecto a la custodia del hijo y al régimen de visitas y ella empezó a temer por su seguridad, diciéndole por teléfono a todo el que la escuchaba que tenía miedo porque el padre de su hijo era un mafioso perteneciente al clan Polverino… Y, claro, esas conversaciones también eran escuchadas por las Guardia Civil. Para mayor complicación, al viejo capo no le gustó un pelo que su hija anduviese con uno de sus hombres de confianza, así que el panorama se le complicó bastante a Massimiliano, al que seguramente lo mejor que le pudo pasar fue que le detuviesen.

Entre los colaboradores del clan en España había agentes inmobiliarios que miraban hacia otro lado cuando les pagaban astronómicas cantidades de dinero en efectivo; abogados que ayudaban a limar esas disputas conyugales que surgieron en el clan y creaban estructuras empresariales y financieras para ocultar el origen ilícito del dinero procedente de la droga; e incluso tenían a sueldo a un empleado de banca que avisaba a los mafiosos cuando la Guardia Civil o los jueces hacían un requerimiento de información.