TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: El asesino de Diana Quer

Hoy se cumplen 10 años del primer territorio negro. Es el espacio más longevo de este programa, es uno de los que más satisfacciones nos han dado, al equipo y a los oyentes, que auditoría tras auditoría lo siguen eligiendo como uno de sus favoritos y uno de los favoritos de los oyentes… Feliz décimo aniversario.

Luis Rendueles y Manu Marlasca

Madrid | 09.01.2018 16:29

La negrura no perdona aniversarios, ni navidades ni celebraciones de ningún tipo. Por eso, en plena nochevieja hemos estado en vilo por la resolución de uno de los casos más mediáticos de los últimos tiempos. El de Diana Quer. José Enrique Abuín Gey, el Chicle o Chiquilín, ha confesado que mató a Diana Quer, la secuestró el 22 de agosto de 2016 cuando volvía a casa de las fiestas de A Pobra do Caramiñal, en Coruña. Hoy explicaremos quién es El Chicle y cómo la UCO de la Guardia Civil lo fue cercando y acabó logrando que les llevara al pozo donde había arrojado el cuerpo de la joven madrileña.

Casi todo el mundo sabe ya que Diana Quer murió la misma noche de su desaparición, aquel 22 de agosto, cuando volvía a su casa caminando tras dejar a sus amigas. Entonces fue cuando a las 2.42 escribe un mensaje a un amigo diciéndole que un gitano, así lo dice ella, la está acojonando y le ha dicho: morena, ven aquí. Ese hombre, que no era uno de los feriantes, era Enrique Abuín, alias El Chicle

Todo indica que sí. El Chicle ha contado que aquella noche salió con la intención de robar gasoil a los feriantes que trabajaban en A Pobra aquella noche de fiestas. Puede ser cierto porque era una de sus actividades digamos de trapicheo habituales. Ha explicado que vestía con un chándal y lo más probable es que Diana pensara, dado que la abordó tras pasar las caravanas de los feriantes, que el hombre que la estaba acosando era uno de ellos.

¿Cómo y cuándo se llega a este hombre como sospechoso principal de la desaparición y el secuestro de Diana Quer? Hay varias vías. Primero, la tecnológica: se analizan, jefa, y esto dicho así parece poco, diez millones de registros de teléfonos móviles. Diana llevaba su teléfono (que murió a las 2.58 en la ría de Taragoña). Así que los guardias civiles de la UCO pidieron todos los registros de los repetidores y la zona. Había tantos datos de teléfonos y repetidores que los guardias civiles tuvieron, por ejemplo, que comprar un servidor informático nuevo por unos 30.000 euros para poder trabajar y cotejarlos.

Por ejemplo, en noviembre de 2016, cuando ya había saltado que el teléfono de El Chicle había hecho un camino muy parecido al de Diana Quer y a la misma hora, pero con una salvedad. Los repetidores telefónicos indicaban que uno, El Chicle, había salido del pueblo por una zona y el de Diana por otra, lo cual parecía descartarle como sospechoso.

La noche del asesinato de Diana Quer había muchísima gente en las fiestas de A Pobra. Eso hizo que las redes estuvieran saturadas. Un año después, el pasado 22 de agosto, más de cien guardias civiles participaron en una reconstrucción en la zona. Entre otras cosas, comprobaron que cuando un repetidor está saturado, la señal del móvil salta al otro; es decir, y esto se concluyó el pasado mes de noviembre, el móvil de Diana y el del Chicle hicieron el mismo camino y a la misma hora.

Paralelamente se había hecho otro trabajo artesanal y tecnológico en la operación Querpu. Buscar imágenes en cámaras de seguridad de la zona. Se miraron las imágenes de 40 cámaras de seguridad. Todo ocurrió poco antes de las tres de la madrugada, de forma que los coches aparecen como bolas de luz. No se distingue obviamente ni la matrícula ni el modelo, ni siquiera una pista. La Guardia Civil acudió a una empresa de Porriño que les ayudó a situar tres coches, tres bolas de luz, que estaban cruzando la autovía por el puente de Taragoña a la hora en que lo cruzó el móvil de Diana Quer

Los especialistas trabajaron durante meses. Midiendo distancias al eje en centímetros, con proyecciones en 3D… Descubrieron que uno de los vehículos llevaba un remolque (se investigaron cientos de ellos en Galicia), otro se identificó y se comprobó la coartada de su conductor, que volvía de una fiesta de cumpleaños, y el tercero es compatible con un Alfa Romeo, el coche que usó esa noche El Chicle.

Y todo esto combinado con el trabajo policial digamos clásico, de calle. Parecía un secuestro con fines sexuales desde el principio. Y los expertos como los de la UCO suelen decir que un delito tan grave no suele ser el primero que comete una persona. Así que se hizo lo que se suele hacer en estos casos: buscar en las bases de datos de la policía nacional y la guardia civil los hombres que vivieran por la zona y que tuvieran antecedentes por toda clase de delitos sexuales (ya fuera exhibicionismo en la puerta de un colegio, tocamientos a una joven, abusos sexuales, agresiones y violaciones).

Y aquí vamos a empezar a sorprendernos: ¿Cuántos hombres hay en el sur de A Coruña y el norte de Pontevedra con antecedentes por delitos sexuales, por ataques a mujeres? Unos 500. Muchos estaban en prisión el día que mataron a Diana Quer, otros habían muerto o eran demasiado viejos. O no tenían coche, o tenían coartada para la noche del 22 de agosto. Al final, los agentes se centraron en media docena de estos tipos que acudieron a la verbena de A Pobra aquella noche.

Y el hombre que coincide en ese perfil es El Chicle: estuvo en la zona, su móvil viajó con el de Diana Quer digamos y su coche puede coincidir con el que se llevó a la joven madrileña y tuvo un grave, yo diría gravísimo antecedente de agresión sexual

Hace ahora 13 años, el 17 de enero de 2005, la cuñada de El Chicle, una mujer que se llama Vanessa Rodríguez, lo acusó de violación. Ella era entonces una chica de 17 años, morena y pelo largo, casi como Diana Quer. Es una historia durísima. En 2004, El Chicle, entonces un hombre de 27 años, se casaba con Rosario Rodríguez, una joven de 16 que se había quedado embarazada.

Apenas un año después, una de las hermanas de la esposa, una hermana gemela, Vanesa, denuncia que mientras ella estaba esperando un autobús para ir al instituto, su cuñado llegó conduciendo un coche, se acercó y se ofreció a llevarla. Le dijo, además, que tenían que hacer un ingreso de dinero en un banco para el padre de la chica. Ella aceptó y se subió en el coche.

Y lo que denunció esta chica, hermana gemela de la mujer de El Chicle, hace 13 años pone ahora los pelos de punta. Es un relato que suena muy similar a lo que pudo pasar con Diana. La cuñada de El Chicle explicó que la obligó a punta de cuchillo a meterse en el maletero y que la llevó a una zona de monte. Que allí la desnudó y la violó. Luego, la volvió a meter en el maletero y antes de abandonarla en una calle la avisó: “si dices algo de esto, mato a tu familia”.

Pero la cuñada de El Chicle, recuerden, 17 años, se atrevió a denunciar. El Chicle fue enviado a prisión durante unos meses. Y pasaron muchas cosas. No había pruebas de ADN ni restos ni huellas ni testigos. La víctima tuvo que romper con el clan familiar (El Chicle es sobrino de un influyente jefe de clan llamado Os Fanchos dedicado entre otras cosas al tráfico de cocaína) y se fue de casa. La esposa y el resto de la familia respaldaron a El Chicle. Un informe del psicólogo puso en duda la veracidad del testimonio de la joven. Y el fiscal renunció a ejercer la acusación. El Chicle volvió a la calle y su cuñada, tiempo después, tras un par de años de exilio digamos, volvió a ser admitida en el clan familiar.

Quizá sería ventajista pensar que todo sería diferente si aquel caso se hubiera llevado de otra manera. El caso es que, en 2007, dos años después de aquello, El Chicle vuelve a ser detenido, esta vez por tráfico de drogas.

La operación Piñata, bautizada así porque a uno de los malos le llamaban el Piña. Era una red de tráfico de cocaína, también tocaban el hachís, que vendía droga de mucha pureza en la zona gracias a contactos con un grupo colombiano establecido en Valladolid. El Chicle fue sorprendido conduciendo un coche donde había dos kilos de droga y fue detenido.

Y cuando es detenido, decide colaborar con la justicia. Su clan le sugirió digamos que se comiera el marrón, pero El Chicle no estaba dispuesto. De hecho, llevó a los guardias civiles de Coruña hasta el escondrijo de toda la droga, otros 17 kilos de cocaína, en casa de sus padres, muy cerca por cierto de donde dejó el cuerpo de Diana Quer. También explicó el papel que jugaba cada persona en la trama. Delató a familiares y amigos. Todos fueron condenados en un juicio que se celebró lamentablemente muy tarde, en 2015, en la Audiencia de La Coruña.

Ocho años para celebrar un juicio por tráfico de drogas. Por desgracia, no es un caso extraordinario. Es la justicia que tenemos. De hecho, es que si el proceso se alarga (a lo que contribuyen los buenos abogados de delincuentes con recursos y peticiones de pruebas) se aplica una reducción de condena por lo que se llaman dilaciones indebidas. Así fue en esta historia. Y el caso es que al final El Chicle, que pasó unos meses en la cárcel, fue condenado a dos años y seis meses de prisión además de una multa.

¿Por qué no entró en prisión entonces, en 2015? Los abogados de varios condenados, entre otros el de El Chicle, recurrieron la sentencia al Tribunal Supremo. Otra vez se beneficiaron de la justicia y pudieron seguir en la calle a la espera de la decisión final. En ese plazo, en agosto de 2016, ocurrió el asesinato de Diana Quer. Al final, unos meses después, en mayo de 2017, el Tribunal Supremo resolvió el asunto de la operación Piñata. Rechazó el recurso de El Chicle y ratificó que debía entrar en prisión.

Hemos dicho en mayo del año pasado, pero este tipo seguía en la calle y en Nochebuena atacó a otra mujer. Nos dicen que la sentencia está en “fase de ejecución”. Parece que todo está en marcha para librar las órdenes de entrada en prisión pero sinceramente no sabemos por qué esa orden no ha llegado a Galicia en todos estos meses. De hecho, El Chicle confesó a varios guardias civiles que esperaba que cualquier día fueran a por él para meterlo preso por el viejo asunto de la cocaína.

Alguien tendrá que dar una explicación sobre esto. Son siete meses para ejecutar una sentencia…

Volvamos a Galicia. Cuando El Chicle ya es el principal sospechoso, la pasada Navidad, ataca a otra mujer Y vuelve a actuar de forma similar. Va en su coche y sigue a una joven que va caminando entretenida con su teléfono móvil. Una cámara de seguridad graba como gira con su coche y se coloca tras ella. Luego, se detiene, la llama y la ataca con una herramienta del coche (la victima, aterrorizada, cree que es un cuchillo y lo cuenta así).

Le pide el móvil, la chica se niega y lo aprieta fuerte contra su pecho, aterrorizada, de forma que da al botón de grabación. El Chicle la acosa, la empuja y la mete en el maletero, la mujer grita y lucha por su vida. Entonces dos jóvenes pasan por la zona y acuden a defenderla. El Chicle entonces reacciona con la rapidez de un viejo delincuente callejero. Deja salir a la chica del maletero y hace creer que todo era una broma, un error: “Ah, ¿pero tú no eras Carla?” le dice a la joven. Se mete en el coche y sale zumbando. La víctima tiene tiempo a ver un 9 y una letra D en la matrícula.

Esa joven vuelve a nacer, claro, aquella noche de Navidad. Y es ahí cuando se precipita la detención de El Chicle. La idea de los investigadores era esperar un tiempo, observarle más, colocarle incluso (se ha hecho otras veces) mujeres guardias civiles de su perfil (jóvenes, morenas y altas) como cebo para ver si atacaba a alguna…Pero todo se precipitó. El problema era que, sobre el ataque a Diana Quer no había ninguna prueba definitiva, que podía convertirse en otro caso Marta del Castillo porque El Chicle es un delincuente veterano y listo, un buscavidas, un gato callejero nos dicen, que ha ido escapando por todas las rendijas del sistema durante estos años.

De hecho, le habían interrogado varias veces, habían colocado un micrófono en su coche… Y el tipo había aguantado bien. Estaba acostumbrado a tratar con policías y guardias civiles. Incluso como contamos esta semana en interviú que se ofreció a ser confidente o infiltrado para ayudar a encontrar el asesino de Diana

Se movió mejor que bien. Cuando le interrogaron, consiguió que su mujer declarara que había estado con él toda la noche y que sus cuñados (la tercera hermana, Elena, y su marido, que viven con ellos) respaldaran su historia. En noviembre de 2016, cuando vio a dos tipos (guardias civiles de paisano) que le seguían, llamó a un guardia civil con el que tenía relación. Le contó el problema y le anunció que había un camello nuevo por la zona.

Cuando le piden el teléfono móvil entrega otro, no el que llevaba esa noche; cuando se lo hacen ver entrega el bueno, pero reseteado; cuando le piden registrar su coche, lo cede con amabilidad. Siempre con una sonrisa.

No era confidente, pero sí que, desde que fue detenido con la droga y colaboró con la justicia, dio algunos soplos o chivatazos sobre traficantes de droga en su zona. Siguió moviéndose con desparpajo entre los trapicheos, el marisqueo furtivo y el robo de combustible. Incluso dos de las veces que la Guardia Civil le pregunta por el caso de Diana Quer, se ofrece a ser sus ojos y sus oídos en los círculos de delincuencia de A Pobra, a ser su chivato, su infiltrado para encontrar por fin al asesino de Diana.

Y es ese tipo, ese hombre, al que se enfrentan los guardias civiles cuando le detienen. El objetivo es saber dónde está Diana Quer, claro

Le va a corresponder a un capitán de la UCO tratar con El Chicle, en los registros, los traslados. Se pega a él y le va digamos macerando. Es un trabajo muy complicado. Lo que nos han contado es que el capitán le habla muy claro: “solo quiero que me digas dos cosas: que tú mataste a Diana y dónde está el cuerpo”. El Chicle al principio no responde.

Luego da una versión increíble, cuenta que la atropelló sin querer (no había en la zona ningún rastro de accidente ni de frenada, ya se investigó; tampoco en los primeros informes de autopsia), pero el capitán de la UCO lo dejó correr, le dejó hablar

No le importaba que le contara una versión falsa, claro, si le llevaba a donde estaba el cadáver de Diana Aceptaron su historia. Y luego le contó que había dejado el cuerpo de la chica en un polígono industrial, pero esa zona ya se había rastreado. Cuando el capitán volvió a verse con él, el Chicle cambió su historia y dijo que la había tirado a la ría. Eso también se había estudiado: las mareas, la profundidad… si el cuerpo se hubiese tirado a la ría, la marea lo habría devuelto, aunque hubiese sido lastrado con piedras, algo que era propio de un delincuente veterano como El Chicle.

Y pasan las horas. La Guardia Civil tiene solo 72 horas para lograr que El Chicle confiese antes de que llevarlo al juez encargado del caso. Detenido y acorralado, les sigue engañando. En aquellas horas, el capitán recibe el mensaje de un guardia civil jubilado, uno de sus maestros, que le traslada: “vas a poder con él”. Para contarle la verdad, El Chicle había pedido al capitán que hiciera alguna gestión a favor de su hija, que ahora tiene 14 años y se ha criado y vive con sus abuelos. Pese a que el delincuente no había cumplido, el capitán hizo la gestión y así se lo hizo saber. El Chicle consultó al abogado y este le confirmó que era cierto. Entonces se produce la escena decisiva en esta historia.

El Chicle llama al capitán de la UCO de la Guardia Civil. Esta vez va a contar la verdad. Escuchen El diálogo fue así, según quienes nos lo han contado: “tú eres un señor y has cumplido. Yo soy un cabrón, pero te voy a llevar donde está la chica”. Es la madrugada del 30 de diciembre. Y, en efecto, El Chicle es sacado de los calabozos y conduce a la comitiva a la nave abandonada, junto a la casa de sus padres. Dentro de un pozo de agua dulce, a casi diez metros de profundidad, desnuda, con los hombros y la cintura atados con cuerdas y cargados con ladrillos, está el cuerpo de Diana Quer.

Pero desde entonces, este hombre se ha negado a declarar. Parece que está esperando lo que diga la autopsia por si puede insistir en su versión de que la atropelló sin querer y se asustó y tiró el cuerpo. Mientras tanto, la Guardia Civil cree que un depredador sexual de este perfil no pudo estar quieto entre su primer ataque conocido, en 2005, y el de Diana, once años después. Por eso está repasando todas las agresiones sexuales, secuestros de mujeres y abusos registrados en Coruña y Pontevedra durante esos años y que están sin resolver.

¿Cuántos abusos sin resolver hay en esa zona de Galicia en esos once años? Pues unos 400 ataques a mujeres, que van desde acoso, abusos o violaciones, y unos 70 secuestros, jefa. En España las estadísticas hablan de tres mujeres violadas cada día y decenas de víctimas de abusos, miles cada año. La Unión Europea calcula que una de cada tres o cuatro (varía en función de los estudios y países) mujeres sufren este tipo de abusos o ataques sexuales.