Playa de Usuiso

Una conocida playa de Fukushima reabre al público seis años después del accidente nuclear

La playa de Usuiso, ubicada en la prefectura de Fukushima y en su día una de las más populares de Japón, ha reabierto al público tras completarse las tareas de descontaminación radiactiva más de seis años después de la catástrofe nuclear.

ondacero.es

Madrid | 18.07.2017 10:00

Playa en los alrededores de Fukushima
Playa en los alrededores de Fukushima | Reuters

La playa, que se encuentra a unos 40 kilómetros de la accidentada planta de Fukushima Daiichi, comenzó el pasado fin de semana a acoger a sus primeros bañistas desde marzo de 2011, informó el Gobierno de la localidad de Iwaki, que organizó una ceremonia para la ocasión.

Usuiso ha sido reabierta al público tras llevarse a cabo la reconstrucción de las infraestructuras en la costa, devastada por el tsunami que desencadenó el accidente nuclear, así como la limpieza de los residuos radiactivos emanados de la catástrofe.

Los niveles de radiación en la playa y en el agua marina son equivalentes a antes de la catástrofe, según el Gobierno de Fukushima, que en los últimos años ha ido levantando las restricciones de acceso en muchas de las áreas que resultaron contaminadas por el accidente.

Usuiso, que recibía más de 200.000 visitantes al año, según datos del Gobierno local, es una de las 18 playas de la prefectura que fueron cerradas al público después de la catástrofe, de las cuales sólo tres han reabierto.

La operadora de la planta, Tokyo Electric Power (TEPCO), ha realizado desde 2015 varios vertidos puntuales al mar de centenares de toneladas de agua contaminada procedente de la central y tratada para retirar todos los elementos radiactivos salvo el tritio.

TEPCO y el regulador nuclear nipón (NRA) son partidarios de realizar estos vertidos de forma continuada, al considerar que los niveles de tritio están dentro de los límites legales y considerados seguros y no tendrían por tanto ningún impacto en la salud humana.

Esta medida, no obstante, ha sido recibida con reticencias por parte de la población local y sobre todo por las cooperativas de pescadores locales, que consideran que los vertidos podrían impedir la recuperación de sus actividades.

Las fugas y vertidos resultantes del accidente aún impiden que miles de personas que vivían cerca la central puedan regresar a sus casas, y también han afectado gravemente a la agricultura y a otras actividades económicas de la región.