OPINIÓN | El maestro infiltrado

La escolarización del Aquarius, Pedro Duque y el método científico

Santiago Soriano y José Francisco Michelli analizan esta semana la escolarización de los menores migrantes y la formación del profesorado basada en evidencias para ofrecer una respuesta más adecuada

ondacero.es

Elche | 19.06.2018 10:00

Santiago Soriano y José Francisco Michelli
Santiago Soriano y José Francisco Michelli | Onda Cero Elche

A Valencia llegaron 68 menores a bordo de la flota Aquarius, 46 de ellos no acompañados por ningún adulto. Uno de los mayores retos a los que se enfrentan España y el resto de los países europeos, es garantizar el éxito educativo y la inclusión social del alumnado que llega a las aulas huyendo de las guerras y el hambre, entre otros muchos factores.

Vamos por partes. La tasa de abandono educativo temprano de la Comunitat Valenciana es del 20,2%, un punto por encima de la media española y el doble de la media europea.

Recientemente se han impulsado planes para disminuir esta cifra, pero “segregar” es el verbo que mejor define las prácticas más comunes en nuestras aulas.

Distintos estudios señalan que aquellos países, como Canadá, o regiones, como Quebec o el País Vasco, que tienen tasas reducidas de fracaso escolar, por un lado, potencian la inclusión educativa, que es lo contrario a segregar, separar o sacar del aula de referencia al alumnado. La otra característica es que tienden a basar sus políticas educativas en evidencias científicas.

Por estos días, el recién nombrado ministro de Ciencia, Pedro Duque, ha dicho que “todas las decisiones políticas deberían hacerse sobre el conocimiento que solo proporciona la ciencia”.

Una gran oportunidad para romper la resistencia que existe en los Parlamentos autonómicos y en el Congreso de los Diputados a la hora de proyectar nuestro futuro educativo.

En España contamos con centros de investigación punteros en Ciencias Sociales como el Instituto Crea de la Universidad de Barcelona. En un proyecto denominado Includ-ed, coordinado por investigadores del Crea y en el que participaron científicos sociales de 14 centros europeos, concretaron qué tipo de actuaciones garantizan el éxito educativo y cuáles potencian el fracaso escolar en Europa.

Sin embargo, las escuelas que se basan en los resultados del Includ-ed para potenciar la Escuela Inclusiva en España y en la Comunitat Valenciana, lo hacen por iniciativa propia. Y es que si el panorama del presente es el de incorporar a las aulas a alumnado diverso, como los menores del Aquarius, los equipos docentes deberían contar con recursos y prácticas que les permitan saber qué hacer para garantizar su inclusión educativa y social.

Un estudio firmado por dos científicas sociales españolas, Diana Valero y Teresa Plaja Viñas, ha señalado que el problema de España y otros países europeos es que entienden al alumnado inmigrado como un colectivo homogéneo. Mientras que naciones como Australia, Canadá o Estados Unidos, los diferencian entre alumnado recién llegado con una escolarización adecuada, estudiantes que aprenderán el idioma a largo plazo y estudiantes con escolaridad formal interrumpida.

En el último grupo, el de estudiantes con escolaridad formal interrumpida, se incluye al alumnado refugiado, como los del Aquarius, tengan o no ese estatus jurídico. Pueden no haber estado escolarizados en su vida, por lo que “pueden no saber como sostener un lápiz o sentarse en una silla”, pero también puede tratarse de niños que han asistido de manera irregular a la escuela o que “la calidad de la educación que recibieron en sus países de origen haya sido significativamente menor” a la que recibirán en el país de acogida. Por otra parte, la investigación de Diana Valero y Teresa Plaja destaca que la escolarización del alumnado con escolaridad formal interrumpida, como los del Aquarius, debe tener en cuenta no sólo los factores académicos, sino también las características socioemocionales y familiares y los factores psicosociales. Es decir, una escuela conectada, de manera eficaz, con el resto de instituciones de servicios sociales y con la comunidad, para ofrecer una solución holística.

El estudio de las científicas sociales detalla que el centro educativo debe garantizar la mayor cantidad de interacciones para potenciar el aprendizaje, así como valorar que este tipo de alumnado trae “grandes fortalezas y potencialidades que pueden servir de palanca para su aprendizaje, como es su resiliencia, su alta motivación, su conocimiento práctico y su riqueza intercultural”.

El alumnado de origen extranjero matriculado en España ha pasado de sumar más de 610.000 personas en el curso escolar 2006-2007 a alcanzar los más de 721.000 en el curso 2016-2017.

Otra cifra que ha crecido es la de los menores no acompañados, como la mayor parte de los que llegaron en la flota Aquarius, ya que en 2017 llegaron 2.500 niños en estas condiciones, lo que representó un aumento del 60% con respecto al año 2016.

Las características del alumnado y de las escuelas del siglo XXI son complejas y exigen de una formación permanente del profesorado, para poder formar a una ciudadanía cuyo mayor reto no es el de la alfabetización sino que va más allá: garantizar la inclusión social y una alta cualificación. Una educación basada en evidencias permite tener acceso a la mejor información que existe para dar respuesta a las necesidades de la sociedad actual. Si no, que lo diga Pedro Duque.